En el nivel atómico y subatómico existen leyes diferentes a las del mundo que vemos. La mecánica cuántica estudia estas leyes y su aplicación en el desarrollo de nueva tecnología.
El interés por el conocimiento científico del mundo
que nos rodea y la posibilidad de explicarlo, es innegable que surgen de la
necesidad básica humana de saber quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde
vamos.
Aunque creemos haber revelado muchos de los
misterios del universo y haber alcanzado un alto nivel de conocimiento, todavía
quedan muchas cosas por descubrir y mucha tecnología por desarrollar.
Según las declaraciones de los Premio Nóbel Serge
Haroche, Gerardus`t Hooftr, William Phillips y David Wineland, integrantes del evento realizado en el Teatro San Martín de la Ciudad
de Buenos Aires, la computación cuántica será la segunda revolución cuántica
del siglo XXI.
La primera revolución cuántica hizo posible el
desarrollo de sistemas láser, de transistores, de semi conductores y de la
resonancia magnética.
Esta segunda revolución podría permitir realizar
operaciones mucho más veloces y complejas, como descubrir planetas lejanos,
lograr importantes adelantos en la aeronavegación, fabricar autos con piloto automático y
simuladores para la detección temprana del cáncer, mejorar los pronósticos meteorológicas y de terremotos
, producir medicamentos personalizados a partir del ADN, y podrían tener otras
aplicaciones impredecibles que llegarían a cambiar la vida de la gente y la
economía.
La computación cuántica brinda la posibilidad de
trascender las dificultades de las computadoras actuales para realizar ciertos
cálculos, porque en el nivel atómico y subatómico rigen leyes diferentes a las
del mundo visible.
En el mundo subatómico, cada átomo se asemeja a un sistema solar, los
electrones giran alrededor del núcleo y el núcleo del átomo a su vez contiene otras partículas
denominadas neutrones.
Se creía que los protones y neutrones eran las
partículas más elementales pero posteriormente se descubrió que están formados
por partículas aún más pequeñas que los científicos llamaron “quarks”, que
hasta ahora se consideran la unidad básica de la materia; aunque se sospecha que
incluso los “quarks” contendrían otras partículas aún más pequeñas.
La mecánica cuántica, nos dice que todas las partículas son ondas,
luminosas o gravitacionales.
Las partículas existen en un solo punto en un solo instante;
si se observan no se puede medir su velocidad y si se mide su velocidad no se
pueden observar. A veces se pueden
comportar como ondas y las ondas a su vez como partículas.
La mecánica cuántica no admite separación entre el
observador y lo observado. Los
electrones y el observador forman parte de un solo sistema y una vez
conectados, no se separan.
En 1981, Richard Feynman propuso crear una
computadora que se rigiera por los principios de la mecánica cuántica, que usara bits cuánticos conocidos como qubits,
en lugar de bits convencionales.
Las computadoras actuales usan un código binario de
bits que tiene dos valores: uno o cero, que son los dos estados que pueden
exhibir los transistores y de este modo pueden realizar grandes cantidades de
operaciones.
Las computadoras cuánticas utiliza bits cuánticos,
llamados qubits siguiendo las leyes de la mecánica cuántica. Un qubits representa un uno o un cero y los
valores que surgen de la superposición lineal y simultánea de ambos.
Esto significa que existe una realidad invisible sin
intermediarios, que permite la comunicación a mayor velocidad que la de la luz,
incluso instantánea; o sea que se pueden conectar distintos lugares sin
atravesar el espacio.
Esta posibilidad y otras que nos reserva la mecánica
cuántica pueden elevar la capacidad de cómputo a niveles casi mágicos.
El futuro de la aplicación de la mecánica cuántica
recién empieza y todos tendremos que aprender a adaptarnos a ella.
Malena Lede - Psicóloga
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