Zulema tiene nueve
hijos casados, algunos hasta dos veces, y muchos nietos. Pero ella todavía es joven, el sábado cumple
sesenta años. Crió sus hijos sola, porque se separó del
padre cuando los últimos eran todavía pequeños. Pero se volvió a casar
después de algunos años.
La idea de hacer un
festejo surgió de pronto espontáneamente y se difundió como reguero de pólvora
vía wattsup a toda la familia.
En el primer
momento todos se entusiasmaron y estuvieron de acuerdo, pero a medida que
pasaban las horas empezaron a aparecer los problemas.
"- ¿Dónde hacemos la
cena? dijo uno; "En casa de mamá, por supuesto, dijo otro, "Pero no” -, dijo una de las hijas; - “mejor
hacerla en mi casa, porque no hay que
olvidar que es un agasajo y que la homenajeada no tiene que trabajar ni hacer
nada”.
Uno
de los varones se opuso, -“¿Por qué en tu casa?, seguramente cuando mamá se
vaya nos echarás a todos con la excusa de que estás cansada”-.
-“Bueno, organicen
ustedes, dijo ella, y lleven todo hecho porque es su cumpleaños y no es justo que se pase
todo el día cocinando” –
Pero nadie quiso
comprometerse a organizar nada, ni siquiera a hacer un asado, porque los sábados todos quieren descansar
después de toda una semana de trabajo.
-“¿Entonces qué
hacemos?” - insistió la hermana que estaba dispuesta a hacer la reunión en su casa.
- “Mejor nada”,
dijeron todos al mismo tiempo, después de todo es lo mismo cumplir 60 que 61 o
62,
-“¿Qué tiene de particular este
cumpleaños?, dijo el primogénito”
-“Menos mal que
mamá no tiene wattsup y no se enteró de nada”- contestó ella, “- porque todos tenemos distintas ideas y sin consultarle íbamos a
invadir su casa sin saber si tenía otros planes”-.
-“Es verdad, agregó
él, es mejor que cada uno haga lo que quiera, yo ese día la voy a llamar por
teléfono”. - En eso coincidieron.
Malena Lede - Psicóloga
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