Nos hemos
acostumbrados a recibir infundios a través del Whatsapp, que lleva a gente bien
intencionada a difundirlos sin saber bien la fuente que los origina ya que son
mensajes que se transforman en verdaderos virus informáticos que nadie puede
constatar de dónde vienen.
Creo que es
necesario tomar conciencia de que sin querer estamos ayudando a grupos de
personas con malas intenciones que, a pesar de estar viviendo de los haberes
que reciben por su trabajo, están haciendo lo posible para destruirlos por
presuntos problemas gremiales.
Cualquier problema
laboral que tienen algunas personas puede justificar una campaña encarnizada,
disfrazada de buenas intenciones, para vengarse a través de la red y causar mucho
daño.
Por esta razón, es
necesario ser consciente y antes de difundir un mensaje que puede alterar la
paz y la tranquilidad de mucha gente, más en lo que se refiere a la salud y los
medicamentos que consume, pensar bien y cerciorarse si existe alguna prueba
tangible que lo confirme.
No se puede servir
a intereses de personas inescrupulosas que sólo piensan en su situación
particular y a quienes les importa muy poco lo mal que pueden hacer a los demás
y también al país.
Cada vez que recibo
estos mensajes que se refieren al desprestigio de empresas argentinas sobre
medicamentos que suele estar tomando una alta proporción de la población, los
destruyo, porque como en toda campaña de desprestigio, los responsables se
ocultan en el anonimato y en la imposibilidad de localizarlos.
Si realmente
existiera un peligro real para la población en este sentido, lo que corresponde
es hacer la denuncia en el ente regulador que corresponda y de esa manera todo
el mundo podrá enterarse y no sólo los que tenemos whatsapp.
No se conviertan en
idiotas útiles manejados por teóricos baratos de doctrinas perimidas que han
demostrado haber fracasado en todo el mundo y que ya se les están agotando las
argucias para lograr adeptos.
Existen
antecedentes similares de intentos de desprestigio en otros países contra
empresas multinacionales que fabrican productos de consumo masivo, que posteriormente resultaron ser falsos, no
es raro que esta práctica, que resulta fácil, barata e impune, se implemente a
través de whatsapp, que es donde participa tanta gente dispuesta a colaborar,
sin saberlo, en actos delictivos.
Hoy en día la
comunicación se puede transformar en una poderosa arma de guerra para muchos
espíritus descarriados que buscan trascender a toda costa a través del delito,
cuando la cabeza no les da para otra cosa.
Estemos atentos y
no nos transformemos en sus vasallos.
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