Vivir en democracia
no es fácil para las personas fanáticas o inmaduras, porque no son capaces de
respetarla.
El poder del pueblo
se prueba en las urnas; luego hay que
ser capaz de aceptar la derrota y ser buen perdedor.
Quedarse con la
sangre en el ojo, llenos de
resentimiento y tratando de poner palos en la rueda a quienes ganaron
dignamente en los comicios, es lo mismo que escupir para arriba porque también
se verán afectados por las consecuencias de sus actos de rebeldía.
Las crisis
económicas y políticas existen en todo el mundo en este momento de la historia
en el que somos testigos de una gran revolución tecnológica.
No es fácil adaptarse
a los cambios principalmente si no se está preparado para ser útil a la
sociedad atreviéndose a ser más creativo y siendo capaz de aprender a cualquier
edad para ganarse la vida de otra manera.
Los seres humanos
somos muy versátiles y capaces de cambiar, sin embargo, la primera reacción para
quienes creen que tienen la vaca atada y no pueden tolerar salir de su zona de
confort es estar siempre en contra y a favor de nada, rechazar los cambios que
pueden resultarles peligrosos, aunque esos cambios son los que hacen que esta
vida sea más llevadera.
Durante un gran
cambio se abren nuevas posibilidades inimaginable para todos, sólo hay que
estar dispuesto y atento, ser positivo y no dejarse influenciar por los medios.
Los medios
necesitan conflictos, muertes, accidentes, revoluciones y catástrofes para
poder subsistir. Sin todo eso, sólo
quedan las buenas noticias, que lamentablemente no venden porque la masa quiere
sangre.
Es importante darse
cuenta que no importa quien gobierne, lo que verdaderamente importa es aprender
a respetar las instituciones y ser capaces de emprender el desafío de capear
los temporales y no rebelarse contra ellos.
Las crisis son
necesarias porque significan cambio, el surgimiento de algo nuevo y una nueva oportunidad
de crecimiento.
No nos neguemos a
los cambios. No nos dejemos llevar
por lo que piensan otros y seamos
capaces de tener pensamiento propio.
Nadie es
imprescindible como para pretender perpetuarse en el poder por creerse único.
Los cambios son
saludables y la democracia es el único modo de evitar que se vuelvan a repetir historias
y los errores del pasado.
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