EL MIEDO AL TRABAJO - Psicóloga Malena Lede


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Trabajar, estar ocupado con la mente y con el cuerpo, sentirse útiles y necesitados y ser capaces de sustentarse,  contribuye a fortalecer la identidad y hace que la gente sea más feliz.

Se trata de trabajar con pasión en lo que a cada uno le gusta y le haga la vida más llevadera; ya que hay que tener en cuenta que el que tiene un trabajo debe pasar más de una tercera parte del día haciendo eso.

El trabajo convierte a las personas en seres independientes y libres de tomar sus propias decisiones. 
Sin embargo, hay muchos que no quieren comprometerse con un trabajo, ni para hacerse cargo de su propia subsistencia, ni para mantener a su familia.

Antes de la revolución industrial, en Europa, la gente adinerada que pertenecía a la nobleza, o sea los terratenientes, vivían sin trabajar. O sea no hacían nada, ya que tenían administradores que les arrendaban sus tierras y vendían sus cosechas; o bien vivían de las cuantiosas herencias de sus ancestros.

En esos tiempos, para esa clase social trabajar era indigno y mal visto porque mostraba que la persona no tenía recursos.

Pero las cosas cambiaron cuando los pequeños comerciantes comenzaron a formar las primeras industrias, dando lugar a una nueva y numerosa clase social acomodada, sin títulos de nobleza pero con mucho dinero en el banco.

Los aristócratas que no trabajaban se dedicaban al arte, la música, el teatro, viajaban de una residencia a otra, o hacían grandes fiestas en sus enormes mansiones.

Con el tiempo todos esos palacios se quedaron sin personal de servicio ya que gran parte de la gente comenzó a trabajar en las fábricas.  La era industrial empobreció a los dueños de los grandes palacios que poseían vastas extensiones de tierra que producían poco, de manera que al no poder mantener ni vender sus propiedades, las abandonaron.

Mucho tiempo después, algunos de esos palacios fueron comprados por sumas irrisorias por grandes cadenas de hoteles,  ya que a nadie le interesaban esas propiedades, y fueron transformadas en hoteles de lujo.

La revolución industrial convirtió al trabajo en una actividad digna que le permitía a la gente ser personas libres.

Hoy en día el trabajo le permite al hombre construir su propio destino y dedicar su vida a hacer lo que le gusta.

Pero no todos tienen un buen trabajo que les permita vivir dignamente, principalmente porque para eso hay que estar suficientemente preparado.

Quien no sabe hacer nada no puede aspirar a tener un buen trabajo ni hacer lo que le gusta;  tiene que contentarse con conseguir ocupaciones ocasionales o hacer tareas menores rutinarias y tediosas.

Nuestra sociedad necesita ciudadanos que estén dispuestos a formarse adecuadamente para acceder a las mejores ocupaciones y así poder vivir una vida digna.

Por eso, es imprescindible que todos los niños puedan asistir a la escuela y que más adelante tengan la oportunidad de aprender el oficio que les gusta o de estudiar y obtener un título académico para ejercer la profesión que elijan.

Un adulto sin formación de ninguna clase está expuesto a las adicciones y a vivir en la indigencia; o a caer en la delincuencia; sin embargo, existen organizaciones que pueden ayudarlo a cualquier edad a decidirse a estudiar una carrera o a aprender un oficio para poder  insertarse en el mundo laboral con mejores perspectivas y poder avanzar en la sociedad en que vive si desea elegir el camino correcto.