(Foto de Malena)
La actitud es la
disposición que se tiene al actuar en la vida en función de los acontecimientos
que se viven.
Esta disposición es
la que modela la conducta, o sea la que le imprime el rasgo que la caracteriza.
Si algo que nos
pasa lo consideramos positivo, la actitud será también positiva y se traducirá
en una conducta adecuada; pero en cambio, si nos ocurre tener que vivir
situaciones que consideramos negativas, nuestra actitud tenderá a ser también
negativa y dará lugar a una conducta
parecida.
Es necesario darse
cuenta que no todo lo que nosotros consideramos negativo es así para
todos. Muchas veces, lo que rechazamos
porque nos parece negativo, es la oportunidad que tenemos de plantearnos un
desafío.
Los desafíos pueden
ser atemorizantes porque nos enfrenta a situaciones nuevas que nos
desestructuran y nos hacen perder el equilibrio.
Salir de la
comodidad de nuestra “zona de confort” siempre implica un riesgo, por eso tratamos
todos de movernos dentro de lo conocido y no nos atrevemos a incursionar en
algo nuevo.
Claro que si no
aceptamos los retos tampoco aprendemos nada, nos podemos perder una experiencia de
aprendizaje y la posibilidad de desarrollarnos y de crecer.
Una actitud
optimista frente a la adversidad puede dar muy buenos resultados, cambiar las cosas para bien y reflejar como
somos, o sea demostrar que no le tenemos miedo a los desafíos y que somos
capaces de enfrentarlos.
La actitud positiva
y optimista no sólo puede ser el mejor camino hacia el éxito, sino también refleja
el estilo de vida que hemos elegido de vivir una vida llena de significados y la
oportunidad de sentirnos orgullosos de ser quienes somos.
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