MENORES DE EDAD QUE SALEN CON ADULTOS - Psicóloga Malena Lede


(Foto de Malena)


Todos los días nos enteramos de tragedias que podían haberse evitado.  Se trata de niñas de once, doce o trece años que no vuelven a sus hogares y que suelen aparecer días después, asesinadas.

La ingenuidad de la juventud y el deseo de “ser grandes”, combinado con una relación familiar permisiva, inestable o frustrante;  hace que muchas niñas sean capaces de establecer relación con personas mayores y que crean en sus buenas intenciones, hasta que se dan cuenta, cuando ya es demasiado tarde, que han sido engañadas y usadas, ya sea para ejercer la prostitución contra su voluntad, sin la posibilidad de volver a sus hogares, o para cualquier otra cosa igualmente denigrante.

Este lamentable tráfico humano es un flagelo que sólo la precaución, el máximo control y el esmerado cuidado de los padres podría evitar,

Sin embargo, muchos progenitores no cumplen con su rol y permiten que sus hijas menores salgan a cualquier hora sin siquiera preguntarles dónde van.

Es así como existen muchos crímenes impunes,  ya que no todos los delitos graves son resueltos ni sus salvajes perpetradores encarcelados.  Porque vivimos en una jungla de asfalto donde los delincuentes pueden vivir normalmente, como personas de bien protegidos por el anonimato; ya que las ciudades son los mejores lugares para ocultarse, manteniendo un perfil bajo y de ese modo continuar delinquiendo.

En una gran ciudad, la gente no sabe quién es el que vive en el departamento de al lado; puede ser una persona honesta y trabajadora pero también un ladrón o asesino; lo cierto es que lo prudente es no confiar en quienes no conocemos lo suficiente, no sabemos si trabajan, si estudian, si son turistas o si pertenecen a una banda de malhechores.

Los lugares de esparcimiento como las discotecas donde concurren principalmente los más jóvenes, son ideales para hacer contacto con estos malvivientes, verdaderos lobos disfrazados de corderos.

Las chicas, que muchas veces son menores de edad, llegan a confían en cualquier persona 
desconocida, porque su ingenuidad es mayúscula y porque es la edad en que aprenden a seducir y atraer al sexo opuesto.

Sin importar quién sea se arriesgan a provocarlos con todos sus recursos, generalmente con la inocente intención de sentirse halagadas y disfrutar del momento, pero sin darse cuenta que puede ser un juego peligroso que les puede costar la vida.

Internet puede ser el trampolín para caer en las manos más sádicas, dado que es un medio que se presta a las maniobras más tenebrosas.

Las chicas menores de edad no deberían frecuentar la compañía de adultos, ya que seguramente, detrás de una fachada atractiva e inocente, se puede ocultar quien lucra con la pornografía, la prostitución y las relaciones perversas.

Por eso, lo más sano y seguro seguirá siendo elegir las salidas en grupo, con jóvenes la misma edad para poder cuidarse mutuamente.

No se dejen engañar por falsas expectativas, ni por la posibilidad de conseguir trabajo como modelos o como actrices;  porque las agencias serias que se dedican a eso lo hacen a la luz del día y en lugares públicos.

¿Cuántas chicas más tienen que aparecer ahogadas en el río y perder la vida en manos asesinas hasta que esta realidad las llegue a conmover y se cuiden?