LA PERDIDA DEL TRABAJO - Psicología Malena Lede

Después de haber superado un infarto cardíaco, Manuel, que apenas había cumplido cincuenta años y que hasta el momento del suceso había sido una persona saludable; yacía en la cama de la clínica a la espera del médico que posiblemente le daría el alta.

Miraba distraídamente desde la ventana de su habitación las ramas desnudas de un árbol que parecían acompañar su tristeza.  De pronto se sentía viejo e innecesario, extraño en un cuerpo que le había fallado después de haber sido despedido,  debido al cierre de la fábrica después de la pandemia de corona virus.

Tenía una familia que lo amaba, dos hijos maravillosos y una bella esposa de la que se enorgullecía, pero había perdido un trabajo  después de haber escalado posiciones dando lo mejor de sí mismo.

Con el ánimo por el suelo y todavía herido por ese despido que lo humillaba; más que seguir en la lucha hubiera preferido estar muerto.

Tendría que empezar de nuevo y con mucha suerte encontrar otro trabajo que por lo menos le permitiera cubrir los gastos de la casa.  Nada fácil en un país endeudado y nuevamente al borde del colapso.

De pronto, cuando la vida le sonreía; cuando la sensación de seguridad le parecía inquebrantable y cuando podía sentirse orgulloso de estar cumpliendo cada uno de los objetivos de su vida, una catástrofe mundial lo derribó y terminó de un día para otro con todo lo que tenía.

Esa noche, después de haber recibido el telegrama de despido, no se sintió bien: un dolor en el brazo izquierdo no lo dejó dormir y lo obligó a levantarse a la madrugada cuando ese malestar se expandió a su pecho y pronto le impidió respirar.

Su esposa llamó al servicio de emergencia y afortunadamente llegaron enseguida.  Lo llevaron de inmediato al hospital más cercano y lo internaron en terapia intensiva.  Había sufrido un infarto de miocardio, pero todavía estaba vivo.

¿Es posible que no fuera capaz de asimilar la pérdida de su trabajo y de su autoestima con más entereza, enfrentar la incógnita que representaba su futuro y el desafío de tener que empezar de nuevo?.

Sin embargo, esta vida parece ser precisamente eso, una prueba que continuamente nos deja maltrechos para que no nos ilusionemos con nada a largo plazo, como para que nos demos cuenta que todo caduca en poco tiempo, que las cosas cambian y que hay que aceptar que en cualquier momento dejamos de ser quienes somos para ser otros diferentes que nos obliga a volver a sortear nuevas dificultades, vencer otras batallas y luchar a brazo partido.

El despido fue como si le hubieran disparado una bala en el corazón y representó el fin de su vida  de éxitos; pero si sobrevivía tendría que enfrentar el desafío de empezar a luchar de nuevo..

Manuel lo logró y pudo hacerlo, porque afortunadamente el infarto no le afectó partes esenciales del músculo cardíaco y se recuperó totalmente.

Estimulado por el amor de su familia, pudo capitalizar  esta experiencia y priorizar otros valores que antes le parecían secundarios, como su familia y sus hijos..

Consiguió otro trabajo, de menor jerarquía y con menos sueldo pero se sintió agradecido. Estaba otra vez en el ruedo dispuesto a elaborar un nuevo proyecto y a luchar para conseguirlo; y al mismo tiempo, se sintió mejor consigo mismo.

Malena Lede