Yo definiría el ocio como el estado más genuino de libertad personal, pero no es nada fácil. Ya Aristóteles consideraba que el ocio es el desafío más difícil que debe enfrentar un ser humano.
Claro que en aquella época y también ahora este es un reto principalmente para las personas que no tienen que ocuparse de ganar su sustento. Sin embargo, después de la revolución industrial, cuando la clase trabajadora comenzó a gozar de mayores salarios y más tiempo libre, el tiempo de ocio comenzó a ocuparse en distintas actividades como los deportes, los juegos, la lectura, las diversiones, las visitas a los museos, la asistencia a los teatros, a los mega espectáculos o a los cines y las relaciones sociales.
Algunos pensadores opinan que lo que hacemos en nuestros ratos de ocio le da mayor significado a nuestras vidas.
El filósofo Platón sostenía que la forma más alta de ocio es permanecer inmóvil y receptivo al mundo; pero él no era el único en defender el quietismo como la mejor fórmula para pasar los ratos libres; también Frank Kafka, estaba convencido de que si permanecemos solos, quietos e inmóviles el mundo surgirá ante nosotros para descubrirlo.
Para ciertos pensadores más modernos el aumento del tiempo libre era la oportunidad de desarrollar el intelecto y el espíritu y haría que la vida de las personas fuera más agradable, lenta y civilizada; pero para otros el ocio significaba el peligro de caer en conductas perezosas o inmorales.
Los hechos nos muestran que actualmente los seres humanos tienden a llenar cada momento de ocio con más actividad ya que las horas libres les producen más ansiedad que placer.
Sin embargo, existe bastante gente que puede disfrutar del ocio dedicando su tiempo libre a realizar actividades sin apuro y sólo por placer, como pescar, dedicarse a la jardinería, leer, pintar, cocinar, tejer, hacer todo tipo de tareas manuales o artísticas y disfrutar mucho de ello.
Utilizar el tiempo haciendo lo que nos gusta facilita apreciar la vida y llegar a reconocer su significado, pudiendo tomar mayor conciencia del proceso que del final de la obra.
Estudios realizados han demostrado que el arte de tejer disminuye el estrés, el ritmo cardiaco y la tensión arterial, haciendo que las personas entren en un estado de tranquilidad que se puede comparar con el de la meditación.
La jardinería también exige lentitud, paciencia, permite liberar la mente y desconectarse; y ese silencio aumenta la creatividad y proporciona las mejores ideas para el trabajo.
Aprender a hacer todo más despacio en estos tiempos representa una verdadera proeza, sin embargo es la forma de tomar conciencia de todo lo que hacemos y evitar que la vida se vuelva automática.
El arte en todos sus aspectos es lo que hace que nos reconciliemos con la vida y con la naturaleza de todas las cosas.
Comer también puede convertirse en un arte porque no se trata de devorar sino de saborear y distinguir lo que comemos; lo que hace que mejore todo el proceso digestivo.
Estamos viviendo ahora una experiencia que nos obliga a disminuir la actividad y aumentar los momentos de ocio. Puede que sea una circunstancia fortuita, sin embargo parece ser lo que todos necesitamos para dejar de correr y aprender a caminar más lento.
Malena Lede
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