En Argentina, nos destacamos por ser un país tristemente célebre. Si existiera una competencia de cuarentenas, ahora estaríamos ganando y mereceríamos recibir el primer premio por resistir la más larga del mundo.
Sin embargo, por qué para mi representa una querida cuarentena; porque a pesar de todo, me está permitiendo darme cuenta que también se puede vivir bien sin hacer nada o haciendo todo aquello que me gusta pero que siempre por alguna razón he postergado, tal vez por no ser ni productivo ni rentable.
Después de haber pasado todo el tiempo transcurrido en este encierro forzoso, que lamentablemente parece que no esté dando el resultado esperado, pude comprobar, que aunque a veces me he sentido deprimida. , mi estado general de salud ha mejorado y todos los achaques que sufría antes de la pandemia han desaparecido como por encanto.
Me pregunto qué es lo que pudo causar esta notable mejoría, dado que desde el principio rechacé este estado de reposo forzoso que me costó mucho mantenerlo; y entonces me doy cuenta que en tiempos normales muchas veces tiendo a esforzarme más de lo que puedo y a contraer compromisos que luego me cuesta cumplirlos.
Es así que muchas veces suelen no alcanzarme las 24 horas del día para hacer todo lo que he planeado, principalmente por haber adquirido el hábito de decirle que si a todo.
Claro que este es un condicionamiento que impone a todos la vida moderna, producir para ser reconocidos y considerar que tomarse tiempo para no hacer nada es correr el riesgo de ser excluido e ignorado.
Cuando la actividad no está limitada como ahora y la vida agitada normal prevalece; es difícil sustraerse y no sentirse animado a introducirse en ese insensato laberinto cotidiano.
Por eso es que puede surgir un absurdo entusiasmo por hacer más de lo que se puede para ganar esa batalla que todos tienen consigo mismos que impulsa a perseguir quimeras muchas veces autodestructivas e imposibles.
Esta pausa obligada enseña muchas cosas y a darse cuenta de los perjuicios que ocasiona seguir participando de una carrera para ganarle a otros, pero que pocos ganan sin perderse en ella.
Los que se han ganado el derecho de disfrutar de la vida sin cumplir horarios ni obligaciones laborales, en este momento tienen la oportunidad única de probar que son capaces de vivir solamente para disfrutar haciendo lo que les gusta, de elegir lo que desean hacer sin estar a disposición de otro para que elija por ellos.
Esta es una etapa de descubrimiento, la oportunidad de conocerse mejor, de observar con más atención, de pensar más creativamente, de paladear cada cosa sin prisa, de abandonar el piloto automático y de atreverse a manejar la propia vida hacia el mejor de los destinos.
Es el tiempo de llegar a tomar distancia de sí mismos y tener la oportunidad de satisfacer las necesidades de otros y descubrir la enorme felicidad que produce el dar.
Malena Lede
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