LOS SOPLONES - Psicóloga Malena Lede



 Existen entre los seres humanos distintas personalidades, que aún no siendo patológicas pueden hacer tanto o más daño que las actitudes de los enfermos psiquiátricos.

Una de ellas, que refleja cierto nivel de desequilibrio psíquico y poca capacidad de raciocinio, es la de los soplones, los que ahora denuncian a quienes se atreven a no cumplir con el aislamiento obligatorio por decreto.

Los rasgos de la personalidad también reciben la influencia de la imagen que el momento histórico y el entorno  se forma de la propia persona.

En el contexto actual, la difícil situación sanitaria que estamos atravesando no es vista de una sola manera por todos,  sino que espontáneamente surge la misma polaridad de juicio que suele presentarse en cualquier otra cuestión de relevancia existente.

Frente a esta pandemia, las autoridades han establecido medidas más estrictas que el resto del mundo,  con las consecuentes pérdidas económicas y las posibles secuelas psicológicas que podrían ser aún más letales que el contagio de la enfermedad.

La otra mitad de la población piensa diferente, dado que las razones que impulsan a promover el aislamiento no son tanto para evitar el contagio de una patología que en la mayoría de los casos no presenta ningún síntoma o sólo molestias leves y un mínimo porcentaje de fallecidos, sino para evitar el colapso hospitalario que carece de la capacidad suficiente para hacer frente a la crisis.

Así, todo el que se atreve a sabotear el régimen, no es sancionado por la policía que es casi inexistente sino que es denunciado por los soplones.

El soplón es un chismoso recurrente que como no tiene vida propia, se ocupa de la vida de los demás. 

 No son personas justas  ni están libres de haber cometido otras infracciones peores, por lo general son envidiosas ue pueden ver "la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio". Están siempre dispuestos a condenar a los otros pero están ciegos para reconocer sus propios errores.

Se quieren salvar, pero a la vez envidian a quien es capaz de trasgredir las abusivas restricciones, por eso los denuncian, porque están gozando de los privilegios que ellos desearían tener.

Este fenómeno en una gran ciudad suele producirse principalmente en los edificios de departamentos, que son como los conventillos de antes pero modernos, donde las novedades se trasmiten como reguero de pólvora y  siempre hay alguien dispuesto a rebelarse y no tolerar que haya alguien que se atreva a hacer lo que él o ella cree que no puede.

Una ambulancia en la puerta puede ser la chispa que inicie el incendio, aunque su presencia sea inocente. 

Oye soplón, sólo si estás libre de culpa puedes tirar la primera piedra.

Malena Lede