EL VIAJE - CUENTO PARA PENSAR

    Ya hace dos meses que estoy de vuelta de mi último viaje y todo me parece un sueño.  Algunos recuerdos son más nítidos que otros, pero en conjunto, como en una nebulosa, siento la sensación tan placentera de haber vivido todo lo que me había prometido hace mucho tiempo.

   Todos los viajes incluyen lugares insólitos, recorrer varios países diferentes con costumbres distintas y vivir muchas experiencias dignas de asombro; pero lo que tuve oportunidad de conocer y que no me atreví hasta ahora a decirle a nadie,  por ser algo muy difícil de creer, fue algo que ocurrió mientras recorríamos la autopista que cruza la frontera entre Florencia, Italia y Niza, Francia.

   Debido a una falla mecánica, tuvimos que realizar una parada imprevista en Génova; y como la reparación iba a demandar algunas horas decidimos alojarnos en un pequeño hotel cercano a la ruta.

   Como todavía era temprano, salimos a caminar por los alrededores, llegando hasta una destartalada estación de servicio donde había un pequeño local que vendía excursiones.

   Como justamente estaba por partir un ómnibus con algunos turistas para conocer un nuevo Hipermercado distante a pocos kilómetros de allí; sin dudarlo decidimos sumarnos a ellos para hacer más breve nuestra espera.

   Recorrimos un breve tramo por la autopista hasta llegar a un desvío que permitía el acceso a un pequeño pueblo muy moderno, distinto a todos los que habíamos dejado atrás. 

   Las casas eran todas muy nuevas con diseños futuristas y los negocios nos sorprendían por sus extravagantes vidrieras; pero lo que realmente nos dejó perplejos fue el descomunal Centro Comercial que se erguía majestuoso al final de la avenida principal.

   -Se trata del Paseo de Compras más grande y extraordinario del país, dijo nuestra guía, -  Y agregó: - Ya verán ustedes con sus propios ojos,  hasta qué punto no exagero.

   Recorrimos gran parte de los negocios que no diferían en nada a los que ya conocíamos,  hasta llegar a un sector que estaba estrictamente custodiado por agentes de seguridad, donde debíamos exhibir nuestros pasaportes para entrar y donde fuimos acompañados por un guía que nos explicaría lo que veríamos.

   - Señoras y señores, nos encontramos en la sección más moderna y extraordinaria que puede existir en un centro comercial, que sin duda va a revolucionar el concepto de ventas en el mundo.  Se trata, como ustedes pueden ir apreciando, de la comercialización de seres humanos. dijo el hombre sin vacilar y con orgullo,  y luego agregó, - Por fin un mundo nuevo sin pobreza, sin seres sin recursos abandonados, sin niños desprotegidos, sin vagabundos, sin padres de familia sin trabajo.  Una nueva era se ha iniciado en una economía de mercado que ha creado este nuevo e inédito concepto . la adopción de personas para hacerse cargo de sus vidas hasta que puedan caminar solas sin el sostén de otros más favorecidos.

   Mientras el singular sujeto seguía explayándose sobre las bondades del proyecto nosotros íbamos viendo a la gente que exhibida como mercadería esperaba a su comprador.

   Estaban  clasificadas por edades y situación social; los bebés, por ejemplo, eran los más caros pero también había algunas ofertas como por ejemplo dos niñas resultaban más económicas que una sola,  tres niños de distintas razas eran más baratos que de la misma condición, los adolescentes eran baratísimos y el que se atrevía a comprar uno podía llevarse otro gratis. y a los que lucían poco confiables con antecedentes policiales no costaban nada. 

   También había familias enteras, un combo para aprovechar porque no se podían separar,  a las que había que asegurarles vivienda, alimentación y educación para los hijos hasta que pudieran independizarse y ser capaces de mantenerse solos.

   Las personas que estaban a la venta se ofrecían en forma voluntaria como la única posibilidad que tenían de salir rápidamente de situaciones penosas.

   Los que se atrevían a llevarse a un anciano jubilado que no se podía mantener con su jubilación mínima, no pagaban nada pero además eran favorecidos con un costoso regalo, como una moto o un pequeño auto cero kilómetro, a elección.

  Mientras nos preguntábamos si podía ser legal exhibir a personas para venderlas, emprendimos el regreso sin poder olvidar a esos seres que obligados por la necesidad habían accedido libremente a ocupar un lugar en un Centro Comercial como cualquier otro objeto.   

Malena Lede

(Inspirado en parte en un cuento que escribí y que se publicó en Octubre de 1994, en la Revista Ser y Conocer)