HOMBRES Y MUJERES VIOLENTOS

    La violencia se ha instalado en la sociedad como una realidad cotidiana y ya no es más privativa de los hombres; ahora también son capaces las mujeres de agredir a quien sea,  compensando sus desventajas físicas con las mismas destrezas  que antes sólo dominaban los hombres.

   Cada vez hay más mujeres interesadas en aprender artes marciales,  levantar pesas, practicar boxeo, manejar armas, y en conocer toda clase de artilugios defensivos que le puedan ser útiles en caso de sufrir un ataque eventual.

   Como seres humanos deberíamos diferenciarnos de las bestias y en lugar de utilizar la fuerza bruta aprender a resolver los problemas no con golpes sino con palabras; pero mantener el control en determinadas situaciones que se repiten cotidianamente; ya que resolverlas hablando, puede ser una tarea muy difícil.

   Los problemas más comunes en las parejas que llevan a la confrontación, la mayoría de las veces se deben a la competencia, o sea principalmente a la amenaza que siente el hombre de perder autoestima, de sentirse disminuido, descolocado, anulado o intimidado.

   El hombre está programado para dominar y a menos que sea alguien que haya aprendido a controlar  sus naturales impulsos violentos, ejercerá la violencia contra toda persona que lo ofenda de alguna manera, que pretenda arrebatarle el rol que lleva incorporado en su memoria ancestral, que le quite lo que crea que le pertenece, que lo subestime, que lo ignore, que lo insulte, que le mienta, etc.

   La violencia no resuelve los problemas, al contrario los agrava porque la pareja se pierde el respeto mutuo y produce una gran hostilidad difícil de atenuar.

   Conocer a una persona significa llegar a saber hasta dónde se puede llegar a agraviarla sin provocar una reacción violenta, sin embargo, cada vez son más las mujeres capaces de no reconocer esta premisa básica y que prefieren arriesgarse a jugar con fuego.

   También existen personas con más dificultades que otras para controlar su carácter y que ante el menor cambio de opiniones con otra tienden a ejercer la violencia  sin medir las consecuencias. 

   Lamentablemente estas personas no cambian, pueden arrepentirse, pedir perdón, llorar, prometer, pero no van a cambiar, simplemente porque responden a un impulso instintivo que su cerebro no logra inhibir.

   Todos tenemos impulsos agresivos cuando nos sentimos atacados, sin embargo, la mayoría puede reflexionar antes de actuar con violencia, porque el impulso primario de una persona sana, logra pasar antes por la corteza cerebral y controlarlo.

   Tanto los hombres como las mujeres suelen proyectar su hostilidad con su pareja en sus hijos y muchas veces es por eso que los golpean.  De esa manera, los hijos se convierten en las víctimas inocentes de los problemas de relación de sus padres.

   La conducta violenta abusiva e injustificada, no puede modificarse solamente con psicoterapia sino que exige también el tratamiento farmacológico correspondiente.

Malena Lede