La cocina es un arte, sin embargo se transforma en una pesada carga cuando se trata de algo que hay que hacer todos los días de la vida.
Claro que también se puede pedir comida hecha de tanto en tanto, siempre que el presupuesto lo permita, pero no es lo mismo, porque nada se puede comparar con la comida casera.
Los hombres ahora también cocinan en casa donde tienen la oportunidad de demostrar su buen gusto e ingenio y hay que reconocer que suelen ser muy creativos y eficaces.
Lamentablemente no es mi caso porque mi marido no cocina.
Sería un placer cocinar si fuera lo único que hay que hacer en una casa, pero se convierte en un sacrificio cuando también hay que ocuparse de otras tareas hogareñas, como atender a los niños o cumplir con un horario de trabajo.
Sin duda la cocina es la que más sufre en el reparto de tareas y por eso muchas veces toda la familia tiene que arreglarse comiendo sandwiches.
Un sandwich hecho con amor puede satisfacer con creces las necesidades de un almuerzo o de una cena, es fácil de hacer, puede llevar de todo y cumplir ampliamente con una dieta equilibrada.
Sólo exige tener los elementos preparados de ante mano en la heladera, algunos vegetales y haberse acordado de comprar pan fresco.
Aunque también es inevitable cocinar para hacer un buen sandwich, porque habría que tener algo de pollo o roast beef fríos, unos huevos duros, y algunos vegetales limpios crudos o cocidos. pero también son muy útiles las latas y las verduras congeladas que son de excelente calidad y sabrosas.
La comida sencilla no da mucho trabajo y por lo general es más sana que la que está muy elaborada y saborizada, de modo que si no hay más remedio que cocinar se deben elegir siempre ingredientes de temporada que suelen conseguirse a mejor precio y en abundancia, y simplificar el trabajo cocinando lo imprescindible.
Para mi cocinar no es divertido, sin embargo, como me gusta comer bien, cocino. Es inútil rebelarse porque no podemos vivir sin comer y porque además, comer, es uno de los grandes placeres de la vida.
Después de todo, todas las tareas que tenemos que hacer habitualmente terminan siendo rutinarias y aburridas, porque sólo la novedad nos atrae como un imán cuando es nueva.
Pintar un cuadro exige inspiración y mucha imaginación y tiempo, igual que escribir un libro o una columna en un diario, o un guión para televisión o para una obra de teatro, también debe ser aburrido manejar un taxi, trabajar en un banco o tener que estar frente a la computadora todo el día.
Todas las tareas que no hacemos habitualmente nos parecen maravillosas y divertidas pero ni bien se nos presenta la oportunidad de ocuparnos de ellas nos damos cuenta que nos pasa lo mismo, nos aburrimos, perdemos la paciencia, se nos agota la inventiva, no se nos ocurre nada original ni divertido y para el que se dedica a escribir su creatividad suele desaparecer frente a la página en blanco.
Como es inútil tratar de ignorar nuestra necesidad perpetua de cambios, lo mejor es diversificar y hacer un poco de todo, cumplir con el trabajo que tenemos que hacer y también dedicarle tiempo a las tareas que nos agradan.
Malena Lede
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