Eran las seis de la tarde y ya era de noche. Acostumbrada a la ciudad, donde las luces de neón iluminan las calles como si fuera de día, Amanda sintió una leve añoranza. Qué diferente era todo en esa zona alejada del centro en la que el ruido y el ajetreo en las calles no la dejaban dormir.
Tenía la parada del ómnibus que venía de Flores, justo enfrente de su departamento que la condenaba a escuchar el chirriar de los frenos hasta las dos de la madrugada. en que pasaba el último.
Pero eso no era todo, también solía escuchar los gritos de algún borracho que pasaba o la alarma de un automóvil activada a cada rato por el viento,
En cambio allí donde estaba ahora pasando unos días de verano, era muy tranquilo, una casa quinta en un barrio privado en el kilómetro 85 de la Autopista Panamericana, un lugar hermoso aunque en ese momento arreciara la lluvia y soplara el viento haciendo crujir las maderas del techo.
¿Quién se atrevería a salir esa noche tan oscura y con esa tormenta? se preguntaba cuando justamente alguien tocó el timbre.
Sintió un escalofrío, porque aunque ella era profesora de Karate y Macarena, la amiga que la acompañaba profesora de Yudo, le pareció que todo lo que sabían no sería suficiente si se trataba de un asalto a mano armada.
Miró por la mirilla de la puerta y pudo ver que eran dos hombres con impermeable, cada uno con una valija en cada mano.
No contestaron, dejaron las luces apagadas y subieron a un dormitorio quedándose tiesas imaginando cuál sería el próximo movimiento de ambos.
Escucharon que intentaban forzar la cerradura. A Amanda se le erizó el pelo mientras Macarena rezaba para adentro.
Finalmente la cerradura cedió y los dos hombres entraron precipitadamente chorreando agua y como si fueran los dueños de la casa, encendieron las luces, se sacaron los impermeables y dejaron las valijas sobre el piso encerado.
Antes de comenzar su trabajo aprovecharon para tomar unos tragso en el bar del living, para darse coraje.
No era la primera vez, en realidad era su oficio, robar casas en los barrios cerrados, cuando sus dueños no estaban.
De pronto se escuchó el crujir de la madera como si alguien estuviera caminando en el piso de arriba.
Sacaron sus revólveres y comenzaron a subir las escaleras tratando de no hacer ruido, pero a uno de ellos se le cayó un cuchillo que llevaba en la cintura por si acaso.
Llegaron arriba y vieron la luz encendida en una de las habitaciones como si los estuvieran esperando. Se acercaron y abrieron violentamente la puerta de par en par,
Se tranquilizaron cuando vieron sólo a dos mujeres que parecían tener mucho miedo. Casi les dio risa la cara que tenían como si estuvieran viendo a dos fantasmas.
Les dijeron que no les harían daño, que eran ladrones, no criminales, que solo se llevarían algunas cosas de valor y que se largarían enseguida..
Esto es pan comido, los dos pensaron al mismo tiempo, e ignorándolas casi por completo comenzaron a vaciar los joyeros y a poner en una bolsa la platería que había sobre una cómoda.
Pero mientras estaban distraídos eligiendo su botín, con una maniobra maestra, las dos mujeres los hicieron volar por el aire hasta casi tocar el techo con sus zapatos, y después les siguieron dando patadas y golpes de yudo y de karate hasta dejarlos desmayados y tirados en el piso como trapos.
Qué hacemos ahora, le preguntó Amanda a Macarena.
No te preocupes, yo hace como media hora que accioné el botón antipánico.
En efecto, la policía ya había llegado y habían entrado porque la puerta estaba abierta.
Se los llevaron esposados a la comisaría, eran los ladrones que la policía estaba persiguiendo desde hacía rato, el terror de ese barrio cerrado que gracias a dos valientes mujeres fueron aprehendidos e irán a la cárcel por mucho tiempo.
Malena Lede
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Hola Malena que tal?
ResponderEliminarYo bien.
Primero creí en el cuento que los que tocaban el timbre eran amigos de las chicas. Y ellas no cayeron.
Después, ya vi que me equivoqué.
hola Pablo, si yo pensé lo mismo cuando lo estaba escribiendo pero me pareció muy obvio e inventé la historia de los dos ladrones. jajaja. Gracias por leer, saludos, malena
ResponderEliminarHola Malena que tal?
ResponderEliminarLas cosas no son lo que parecen. Las dos chicas que los ladrones creyeron inofensivas, si sabían defenderse.
Buen día 😀