MALDITA CUARENTENA - CAPÍTULO ix


EL TRABAJO

  

   El trabajo es todo lo que los seres humanos hacen en la comunidad en que viven, ya sea para su propio beneficio o para satisfacer las necesidades de otros, por medio del cual pueden satisfacer sus necesidades, aprender,  relacionarse y crecer.

   También existe el trabajo no remunerado que se presta en calidad de servicio y otras actividades u oficios artesanales, artísticos o intelectuales que algunos individuos realizan por vocación, si cuentan con los recursos necesarios para su subsistencia,

  Antiguamente las relaciones de trabajo eran artesanales, serviles o se reducían al cuidado de los animales o a labrar las tierras de grandes hacendados, pero a partir de la Revolución Francesa, en 1789,que puso fin a la monarquía,  las ciudades crecieron, los habitantes se alfabetizaron, aprendieron nuevos oficios, se graduaron en distintas profesiones. 

  Todo esto gracias a los adelantos tecnológicos, que fueron rápidos y muchos, lo que dio lugar a la revolución industrial, que comenzó otra era, la era de la industrialización.

   En el siglo XX se produjo una nueva revolución tecnológica con la aparición de las computadoras que modifica el sistema laboral y lo lleva a otro nivel, obligando a la humanidad a adaptarse a un nuevo lenguaje y a una nueva forma de trabajo.

   La pandemia de Covid 19, que comenzó en marzo de 2019,  produjo también una revolución laboral y grandes cambios en la acción para evitar los contagios que aún hoy en día gran parte de ellos se mantienen.

  Gracias a las computadoras una gran mayoría puede trabajar a distancia, realizar conferencias, reuniones y todo tipo de actividad virtual, sin moverse de su casa; y esto tiende a mantenerse aún después que hayamos vencido al virus.

   Sin embargo, todo cambio en una sociedad tiene un costo y el costo de esta pandemia en cuanto al trabajo, resultó mucho más alto de lo esperado provocando quiebra de empresas,, cierre de fábricas,  de muchos negocios y una gran pérdida de trabajos.

   Los fenómenos sociales pueden tener graves consecuencias individuales y pueden provocar caos en una sociedad, más desigualdad, violencia, aumento de la delincuencia y hasta crisis familiares.

   Toda relación humana también ha sufrido por miedo al contagio, ya sea evitando asistir a festejos familiares o laborales, y así fue como se cancelaron cumpleaños, aniversarios, graduaciones, eventos laborales  y hasta hubo bodas canceladas, porque precisamente es en las reuniones familiares, de amigos o de compañeros de trabajo donde este virus se propaga más rápido.

   Hemos tenido que practicar el ostracismo, estar mucho  tiempo solos, evitar hablar cara a cara sin barbijo, esperar afuera de los negocios y vivir ensimismados, atemorizados y sospechando de un estornudo, de una molestia en la garganta, de un dolor de cabeza o de cualquier otro síntoma que nos advirtiera que nos han contagiado.

   Las vacunas, como siempre ocurre con las epidemias, hasta ahora a muchos nos han salvado del contagio; afortunadamente llegaron a tiempo, sin duda fue una nueva hazaña de los científicos de todo el mundo que se esforzaron para terminar con este flagelo en tiempo record.

   Trabajar, como lo solíamos hacer casi todos, de alguna forma sufrió una transformación obligada, algo inesperado que nos descolocó y nos sacó de nuestra conocida rutina, nos exigió cambios, un nuevo aprendizaje y una nada fácil adaptación fue necesaria para poder salir a flote y continuar.

   Muchos perdieron con los cambios, otros tal vez ganaron y también están quienes no pudieron adaptarse y fueron desplazados cuando las tareas que realizaban ya no eran necesarias.

   Sabemos que un despido puede vivirse como una pequeña muerte y que para muchos puede significar perderlo todo.

   Claro que también hay gente que cree que es mejor vivir sin trabajar, que hay muchas otras cosas que se pueden hacer y que hay que privarse de ellas por tener un compromiso laboral.  Pueden tener razón quienes viven el trabajo sólo como una obligación, los que no se logran comprometer  con lo que hacen porque no llega a satisfacer su motivación.

   Esto sucede porque no todo el mundo puede trabajar en lo que realmente le gusta hacer, pero puede que tampoco sepan muy bien qué es;  y así se pasan la vida buscando lo que no existe y perdiendo las oportunidades que no ven.

  El que no tiene un trabajo y es mayor de edad, porque tal vez no tenga necesidad ni obligación alguna, hará otra cosa en su lugar, beneficencia, un deporte, un hobby, ejercicio físico, limpiar , lavar la ropa, cocinar, cuidar a los niños,  salir a correr, cantar, pintar, estudiar, tocar un instrumento o actuar y esa tarea que decide realizar,  también se pueden considerar como una obligación laboral.

   El trabajo contribuye a mantener la salud mental, porque la mente siempre está en acción y si no persigue un objetivo que le interese se vuelve perezosa y torpe, atraída solamente  por lo superficial. 

   La pandemia suspendió la función social del trabajo al no permitir el contacto personal y reemplazarla por un ordenador o un celular, o sea que fue un cambio radical que en lugar de un humano, puso una pantalla en su lugar.  

  Fue y continúa siendo una pesadilla de la cual aún no nos podemos despertar, una tragedia sin igual que sólo puede servir para que todos perdamos un poco más  nuestra humanidad.