MALDITA CUARENTENA


   

CAPITULO XII

 

EL  ARTE


   El arte, a través de sus distintas versiones,  es una forma de expresión humana que existe desde la edad de piedra; que permite descubrir la dimensión eterna de todas las cosas y pone en evidencia la intención del ser humano de perpetuarse a través del tiempo.

   Es capaz de alimentar y de rejuvenecer el espíritu, es el lenguaje del alma que sólo pueden descifrar los idóneos y los espíritus sensibles.

   Un artista es quien puede distinguir la esencia de la existencia e imaginarr otras realidades. 

   La pintura, la escultura, la música y toda expresión artística proyectan la interioridad de quienes las crean, o sea que a través de ellas se pueden llegar a conocer distintos aspectos de la personalidad de su creador. 

   La música es el arte de combinar sonidos armónicos con el poder de transportarnos a otros niveles de conciencia, puede mejorar a enfermos y hasta apaciguar a las fieras, como lo hacen las composiciones de Mozart.     

   La tecnología también puede ser considerada como una expresión de arte, en este caso  funcional,  creada con agudo ingenio e inteligencia práctica.

  El arte exige disponer de la capacidad para captar lo estético, o sea la armonía que existe en todas las cosas.

   Una vocación artística puede ser suficiente para sentirse realizado y pleno a pesar de las eventuales crisis, de las calamidades, de la guerra y de la pandemia que nos acosa;  es el refugio de los grandes.

   Como lo hace  Ides Kihlen, artista plástica argentina de 105 años, que continúa trabajando y que a pesar de todo,  para este año,  cuenta con una nutrida agenda; como  una exhibición de sus obras en Estados Unidos y España y una recepción en el Museo de Bellas Artes de Madrid y de la Cárcova en Buenos Aires.

  Recién a los ochenta años comenzó a compartir sus trabajos exponiendo en galerías y museos, porque antes de eso trabajaba sólo para su propia satisfacción y deleite.

  Sus hijas son las encargadas de administrar sus obras y de organizar sus compromisos tanto en Argentina como en el exterior.

  No ignoró a la pandemia, porque le dedicó una serie de trabajos que definen su propio estilo,  papelitos negros y blancos sobre una base de color que reconoce como sus clásicos.

   Haca una vida metódica, se levanta siempre a la misma hora y trabaja todo el día, no le queda tiempo para deprimirse o aburrirse.

   Confiesa no ver televisión para no angustiarse, ya que la solución de las terribles cosas que pasan no está en sus manos, en lugar de eso,toca el piano, pinta, pasa tiempo con sus familiares y amigos y sus animalitos le hacen compañía.

   Come poco y cree que el trabajo la mantendrá activa, piensa que todavía le queda mucho por aprender y lo más sorprendente es que, si pudiera elegir, desearía vivir otros cien años.

   Estas son las lecciones que habría que aprender de quienes han pasado por distintas épocas en las cuales no faltaron calamidades y en las que también hubo muchos cambios culturales.