SECUELAS DEL ENCIERRO OBLIGATORIO
Todas las restricciones sufridas durante
la pandemia fueron hechos traumáticos capaces
de provocar psiconeurosis emocionales, o sea reacciones psíquicas al estrés que
no se han podido procesar adecuadamente y que se pueden definir como estados de ansiedad, principalmente cuando por otros motivos la persona se encuentra por debajo del umbral de angustia.
Estos estados pueden compararse con los que
provocan las neurosis de guerra, las experiencias de catástrofes o de
naufragios como también el fallecimiento de una persona querida u otros hechos
dramáticos, que llegan a alterar el curso normal de la vida.
La angustia que se genera es una intensa
reacción al sufrimiento; y la ansiedad
es su peculiar manifestación, además de otros trastornos como estupor o
confusión mental.
Se puede llegar a sufrir bloqueos emocionales que pueden alterar la percepción y llevar a un
sujeto a evitar el contacto social.
Otros pueden presentar síntomas de agitación o tristeza, estallar en sollozos,
presentar conductas inesperadas y desproporcionadas, o sufrir ataques de violencia incontrolable.
Un individuo en este estado puede intentar
suicidarse, tener impulsos agresivos, sentir desasosiego interior, conflicto de
culpa o inseguridad extrema.
También se pueden experimentar síntomas
físicos, como taquicardia, disnea, nauseas, vómitos, diarrea, espasmos
urinarios, cólicos, tics nerviosos, insomnio, malestares varios y pesadillas
relacionadas con la situación traumática.
Los pensamientos pesimistas y la necesidad de
compañía y atención pueden hacer que la persona se convierta temporalmente en
alguien dependiente e incapaz de bastarse a sí misma.
Este estado puede tener momentos de
apaciguamiento o de agudización y los signos menores de ansiedad pueden ser
transitorios o prolongarse.
Estos síntomas no debieran pasarse por alto y exigirán tratamiento médico y psicoterapéutico, ya que pueden empeorar y convertirse en trastornos crónicos.
El encierro obligatorio cercenó toda
iniciativa y se convirtió en un insoportable cautiverio, principalmente en las
personas mayores que están solas,
convirtiendo sus vidas durante demasiado tiempo en una sucesión de
rutinas mecánicas difíciles de soportar.
Ahora, que ha pasado lo peor, no es fácil
readaptarse a la vida cotidiana con el mismo entusiasmo, ya que la posibilidad
de contraer la enfermedad y perder la vida
provocó la pérdida de la ilusión de eternidad que todos tenemos para
planificar el futuro como si fuéramos a vivir siempre.
El encierro forzoso por cualquier motivo, siempre dejará en la psique, como cualquier otro hecho traumático, huellas indelebles difíciles de borrar que permanecerán para siempre en el inconsciente, condicionando en mayor o menor medida el estado de ánimo y las experiencias de la vida.
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