Ese mítico lugar al que todos tememos, el único donde existe la eternidad del sufrimiento y donde las almas crueles, cargadas de actos viles, resentimientos e impiedades, van a pagar todo el dolor que infligieron a otros; dicen algunos visionarios y profetas, que no es para todos igual, sino que depende de cual haya sido el grado de las bajezas humanas que cada uno cometió en sus vidas sin sentir culpa ni arrepentimiento alguno.
En ese intrincado laberinto macabro, que duele como un caldero hirviente y que refleja la historia de la moral del mundo, se retuercen los cuerpos de los condenados, sabiendo que ese será para siempre su horrible destino.
Sin embargo, la piedad de la eternidad les depara a cada uno un castigo diferente, según haya sido el nivel de su maldad en el mundo.
El infierno es un abismo con forma de cono invertido, dividido en lo que se podría describir como un vestíbulo y nueve círculos escalonados; en el primero de los cuales van a parar las almas de quienes en vida no han conocido la verdadera fe; mientras en los siguientes cuatro, o Anteinfierno, se castiga en el siguiente orden, a los lujuriosos, los golosos, los avaros y pródigos y los iracundos y desidiosos.
En el Infierno propiamente dicho, donde se castiga la bestialidad y la malicia, se encuentran las almas de los herejes, los violentos, los fraudulentos y los traidores que son los que ocupan el último lugar; y finalmente, en el fondo del Infierno se encuentra Lucifer.
Tenebroso e indescriptible es el Infierno y dolorosas sus penas, comparado con la esperanza de la gloria eterna del Purgatorio y el maravilloso e inimaginable jardín del Paraíso Terrenal.
Tanto El Paraíso, como el Purgatorio como el Infierno no sólo son una consecuencia del comportamiento de cada uno de los mortales en relación con la Ley del Creador sino también en relación a toda la historia de la moral del mundo.
La Divina Comedia de Dante Alighieri, es un poema que pone en evidencia la extraordinaria imaginación de este legendario autor, que describe estos tres reinos con singular lucidez. Guiado por el alma del poeta romano Virgilio, que simboliza la razón y el amor humanos, le allana el camino, lo protege de las insidias, de los demonios y le aconseja por mandato de Beatriz, la amada del poeta, símbolo de la Sabiduría y el Amor divinos.
Dante no pretende atemorizar a sus lectores con su descripción del abismo infernal sino inducirlos al bien mediante el conocimiento del mal.
Fuente: "La Divina Comedia" Dante Alighieri, Centro Editor de Cultura, 2005.
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