Muchos delitos podrían evitarse si no existieran tantas familias disfuncionales. Padres que se pelean provocando escenas de violencia doméstica frente a sus hijos, adictos al alcohol o a las drogas, madres solas que tienen que trabajar todo el día y que no están nunca en casa; niños que sufren maltrato, carencias de todo tipo y muchas privaciones.
Un hogar disfuncional es el caldo de cultivo donde germinan las adicciones de los hijos, quienes en poco tiempo, se convierten en delincuentes para mantener esas adicciones.
Un adicto es capaz de robarle a su propia familia y hasta llegar al límite de vender el televisor o la heladera que tiene en su casa, por no poder soportar los síntomas de la abstinencia.
Por todo esto, la fórmula Familia Disfuncional - Adicciones - Delincuencia, es un clásico.
¿Por qué hay tantos matrimonios que no funcionan? Parejas que se separan? e hijos abandonados por sus familiares?
Vivimos una realidad que se caracteriza por la falta de límites, de educación, de trabajo estable, de valores; principalmente en las grandes ciudades, donde nadie se conoce más allá de su propia casa.
El anonimato favorece el desarrollo de la delincuencia, porque son pocos los que se enteran de lo que ocurre en la intimidad de un hogar, ni de lo que hacen sus vecinos, cualquiera sea el nivel económico que tengan.
Romper ese círculo vicioso es muy difícil ya que no existen instituciones oficiales suficientes para educar a los jóvenes con problemas de adicción e intentar devolverlos a la sociedad; ni tampoco existen medios adecuados para enseñar a los jóvenes a evitar los embarazos no deseados.
Los adictos no se curan porque se trata de personalidades adictivas con mecanismos de defensa autodestructivas que han vivido en un entorno que las favoreció y que los llevó a delinquir y a exponer sus vida, PERO SE PUEDEN RECUPERAR, llegar a aprender un oficio y trabajar y a sentirse más valorados y queridos.
Una técnica eficaz y accesible para tratar las adicciones son los grupos de apoyo, como los de Alcohólicos Anónimos. El vínculo que se crea con las personas que sufren del mismo problema es la mejor oportunidad para recuperar el dominio de si mismos y controlar la adicción; verse proyectados en los otros, conociendo sus experiencias, sus éxitos y sus fracasos, sintiéndose apoyados, entendidos y aceptados.
Malena Lede
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