DOLORES MIGRATORIOS - Psicología Malena Lede

    

   No es raro sufrir de dolores corporales ocasionales que no siempre afectan la misma parte del cuerpo.  De pronto sientes que te duelen las piernas cuando caminas, luego te mejoras y comienza a dolerte la cadera y al día siguiente ese dolor se traslada a los huesos de los pies, convirtiéndose en un peregrinaje que no cesa. porque al poco tiempo comienza a dolerte la cabeza.

   Son dolores que no durarán  mucho,  pero que molestan.  Un imprevisto malestar estomacal,  una  puntada en el hombro izquierdo o derecho que nunca habías tenido antes, cierta rigidez en la articulación de la rodilla que te impide caminar o  un inusual espasmo en el cuello que te deja tieso.

    Estos dolores migratorios coinciden con su correspondiente estado anímico, que puede ser  de descontento, de aburrimiento,  de desánimo o de  tristeza, y están expresando entre otras muchas cosas,  dificultad para aceptar las limitaciones inevitables de la vida, los desacuerdos, los disgustos o las inesperadas tragedias..

    Sin embargo, cuando de pronto se produce un cambio o  una oportunidad inesperada o un encuentro deseado, todos estos estados anímicos y sus dolores correspondientes desaparecen o simplemente nos olvidamos de ellos.

    Por qué trasladamos al cuerpo nuestros estados anímicos y no tratamos de evitarlos  intentando salir de la rutina tediosa del día a día de alguna manera, ya sea  tratando de llevar a cabo un antiguo proyecto, o ayudando a quien necesita ser ayudado,  o iniciando por fin esa nueva  relación que se presentó y que seguimos postergando, o haciendo por fin ese viaje que tanto deseábamos; y no continuar viviendo la vida  en modo automático, siempre con mala cara o sufriendo algún achaque..

   Nuestras dolencias nos definen, dime qué te duele  y te diré qué mensaje te está mandando el cuerpo para que cambies de actitud y no te sigas cayendo en tu propia trampa

   Cada parte del cuerpo, cada órgano, cada glándula, cada glóbulo rojo nos está gritando a viva voz que cambiemos, que no podemos seguir con la misma actitud, que tenemos que hacer algo.

   Recordemos que, entre otras cosas y a grandes rasgos,  los problemas sanguíneos simbolizan falta de alegría, los dolores estomacales la dificultad para digerir las situaciones difíciles; las afecciones de la piel la debilidad  de nuestra fortaleza, cuando no deseas avanzar las piernas  no te  sostienen, las fallas del corazón el temor a no ser aceptado o querido, los problemas hepáticos y del páncreas el miedo a las pérdidas.

   No es necesario cambiar nuestra vida y tirar todo por la borda abandonando tareas que nos proporcionan un necesario sustento, sino de cambiar de actitud hacia la monotonía de la existencia, viendo todas las cosas que no somos capaces de incluir en nuestra biografía, ya sea por falta de entusiasmo, desgano, pereza o por no ser capaces de ver el verdadero sentido de la vida.

   Existe una inteligencia corporal y emocional con millones de años de experiencia, que no usamos porque nos manejamos con nuestros ocasionales condicionamientos y también porque tenemos miedo a no lograr lo que deseamos, al fracaso, o a  no estar seguros de lo que queremos,  cuando todos sabemos que  la seguridad  en este mundo no existe.

  Por eso nos tenemos que manejar con probabilidades porque nada es perfecto y todo cambia muy rápido,  menos nosotros por supuesto.

  No son los grandes cambios los que necesitamos, son los pequeños cambios de todos los días, para no seguir sufriendo.

  Hay que ser capaz de vencer la inercia,  de ir contra la corriente, de  atreverse a realizar lo que nos parece imposible y entonces no necesitaremos subir a una montaña rusa para sentirnos vivos; porque por fin sentiremos que estamos dejando la propia  huella indeleble, de nuestro paso en esta Tierra.

Malena Lede