DIARIO DE UN VIAJE A EUROPA - PARTE 5

       MUSEO DE LOUVRE. Ingresamos a un patio central donde vemos un prisma de cristal  moderno, que es la entrada general al Museo, que contrasta con el resto del antiguo edificio.

      Las grandes puertas son giratorias de vidrio que dan a las escaleras mecánicas, las cuales terminan en una espléndida sala revestida de mármol color marfil.

     Alli estan las boleterias y las mesas de información.

     Nuestra guia nos va a llevar a ver sólo algunas salas  porque necesitaríamos varios días para verlo todo, de modo que elige las salas donde se exhiben las obras de arte más famosas. 

    Vemos La Gioconda, esculturas de Miguel Ángel y obras de muy famosos artistas de la época renacentista.

    En otra enorme sala se encuentra La Monalisa de Leonardo da Vinci, detrás de un vidrio protector; más adelante  "Los esclavos" de Miguel Angel", después La Venus de Milo, pinturas de Boticelli, una extensa colección de obras de Rubens que impacta por su grandeza, en cuyo contenido revela la historia de la familia real.  

   Hasta la persona menos instruida en la materia, como yo, por ejemplo, queda maravillada por tanta grandeza y por las esculturas en mármol que parecen de seda transparente.

   Caminamos por extensas galerias con mas y más obras de famosos hasta que finalmente damos por  terminada la visita de este Museo y vamos a tomar un café a orillas del rio Sena. 

   Volvemos al hotel, que aunque estaba muy cerca,  nos perdimos porque en Paris las calles cambian abruptamente de nombre cada pocas cuadras.  Sin embargo  sin nonpocos esfuerzos ya que no hablamos francés, llegamos al hotel.

   Esa misma noche  despues de cenar, tenemos la excursión opcional en barco por el rio Sena y después  como broche de oro, un espectáculo en el Lido de Paris.  Toda una proeza sólo para gente muy entusiasta que no se cansa.

    Todo loque vivimos en esa salida resulta imposible expresarlo con palabras, hermoso paseo por el Sena, todo iluminado y un espectáculo insospechado en el Lido de París, cuya entrada nos decepcionó  ya que era una simple puerta con un pequeño cartel afuera luminoso que decia Lido.

   Nada que ver con lo que en esa época todavia era Buenos Aires.

   Al dia siguiente, despues de una noche reparadora, salimos por nuestra cuenta a dar una vuelta por París ya que está todo lo que nos puede interesar muy cerca. Tan distinto a mi Buenos Aires querido, que es tan grande.

   Caminar por Paris es fascinante, con sus  calles tan típicas, sus avenidas y boulevares, sus  majestuosos edificios, tan característicos de esa hermosa ciudad  como vemos en las peliculas y a la vez tan parecida  a Buenos Aires.

 La gente amable con nosotros y bien vestidos, muy formales.

   Hay baños públicos automáticos  en algunas  calles.  Entramos para ver y pagamos la entrada. Los asientos de los inodoros se lavan y cambian automáticamente.  Interesante.

    Llegamos a la Torre Eiffel pero el único que sube hasta arriba es sólo mi cuñado  que no se lo quiere perder.   Mi hermana y yo preferimos quedarnos abajo  cuando vimos los enormes ascensores repletos de gente, y además, el viento corta como un cuchillo, realmente es una Primavera muy fría.

   Después fuimos a las Galerias Lafayette, próximas al hotel que no me parecieron elegantes sino un lugar popular de ventas.

   Antes de cenar, dormimos una siesta porque nos pasamos el dia caminando y porque mañana vamos al Palacio de Versalles y nos tenemos que levantar a las 7 para desayunar antes.

(Continuará)