Violencia Escolar



Una noticia reciente vuelve a atraer la atención sobre el tema de la violencia en las escuelas.  Un video que proyectó un noticiero de un canal de televisión en Argentina recientemente, muestra cómo una niña en una escuela rusa, es sometida a malos tratos frente a sus compañeros por no poder cumplir o entender las demandas de la clase de su profesor de inglés.

La niña, después de soportar sacudidas y empujones, reaccionó con violencia y pateó los genitales de su maestro,  haciéndolo doblar de dolor.

Acto seguido, ambos fueron a parar a la dirección; y después de ver el video de la escena que grabó un compañero de clase, las autoridades del colegio dispusieron la separación del maestro de su cargo y felicitaron a la niña por su acción.

Sin intención de defender al maestro, discrepo totalmente con la posición de los directivos de la escuela,  al considerar correcta y digna de ser premiada con una felicitación, la conducta de una alumna que pateó a su maestro, aún tratándose de un acto en defensa propia.

Si las autoridades de una escuela felicitan a una alumna por reaccionar en forma violenta contra un maestro que hizo abuso de su autoridad, lo que aprenden los alumnos es que hay que hacer justicia por la propia mano y que no existe otro medio más civilizado para terminar con ese tipo de situaciones.

La escuela es el ámbito donde se aprende la socialización secundaria, o sea a relacionarse con personas ajenas al entorno familiar, lo que le permitirá en el futuro a los niños a desenvolverse en forma civilizada en su sociedad.

Si en una ciudad, una persona recibe una agresión de un tercero, mientras no haya riesgo de vida, lo que corresponde hacer es la denuncia correspondiente a la autoridad competente y y confiar en la justicia.  Si no fuera así, estaríamos todos pateándonos en las calles por cualquier atropello.

Es cierto que la justicia muchas veces suele ser ciega para responder a muchos problemas de intereses y de convivencia ciudadana, sin embargo, hasta ahora, con todas sus falencias,  es lo mejor que tenemos, y si no vamos a creer en el sistema seguiremos viviendo en la barbarie como caníbales devorándonos unos a otros, como hacen los animales en la selva.

Si alentamos a nuestros hijos a devolver los golpes y los agravios con la misma violencia, estamos criando futuros ciudadanos violentos,  que lejos de disfrutar de más justicia, se arriesgarán a perder la vida por cualquier diferencia, se verán obligados a vivir aislados y resentidos, agobiados por el temor a la venganza y acuciados por las amenazas.

En el caso de la niña en cuestión, lo más civilizado hubiera sido que el echo se denunciara a la dirección, ya que se contaba con el testimonio de sus compañeros y con la prueba contundente del video captado con el celular de uno de los alumnos.

Claro que un niño no puede discernir ni controlarse como un adulto cuando se encuentra en una situación de violencia, pero lo peor no fue la patada que le propinó a su maestro sino la felicitación de la directora que no aprovechó la circunstancia para enseñar a todos los alumnos cuál es la conducta que hay que tener en la sociedad cuando ocurren hechos de esta naturaleza.

Todos nos llenamos la boca con el tema de la inseguridad, sin embargo cada uno a su manera, echa leña al fuego e incentiva y promueve, con el falso discurso de que la justicia es lenta, estos actos violentos, premiando a los niños que aprenden a defenderse a patadas en lugar de utilizar la palabra como seres civilizados.