“Esa persona me
puede”; “Ese vendedor me vende lo que él quiere”; “A ella no puedo decirle que
no”; “Me tiene fascinado”
Las personas muy
atractivas pueden provocar temor porque es probable que sean dominantes e
intenten hacer de los demás sus esclavos.
La magia de estas
personas puede envolver a cualquiera, hacerle perder su libertad y permanecer
atado dependiendo de ellas.
¿Quién puede
confiar en alguien demasiado atractivo? Se
corre el riesgo de vivir preocupado, revisando su celular, controlando sus
horarios, dudando de su amor y de su lealtad.
Una persona muy bella
puede aprovecharse de la atracción que ejerce sobre los demás y hará lo que
quiera; se atreverá a portarse mal y hasta a ser infiel porque siempre será perdonada.
Desear a personas
muy atractivas es un grave riesgo porque siempre se estará en segundo plano y
nunca se podrá ser el único.
Claro que uno se
puede relacionar con estas personas, para vivir solamente el aquí y ahora sin
proyecto futuro.
Alguien puede ser
muy atractivo físicamente y nada más, porque la naturaleza es misericordiosa y
los que tienen belleza pueden carecer de otros atributos mientras los que no se
destacan por su aspecto físico pueden distinguirse por su simpatía, por su seguridad, por su bondad o
inteligencia.
La belleza de una
persona puede atraer a muchos pero la segunda mirada es esencial para saber si
armonizan en otros aspectos.
Después de todo la
belleza es un concepto relativo que no tiene para todos el mismo significado;
porque cuando alguien nos atrae nos
parece bello aunque no lo sea.
La armonía física
no lo es todo, pero sí es muy importante la armonía espiritual y que esa
persona represente el polo opuesto que complemente.
Las personas suelen
ser bellas para alguien en particular y no necesariamente les parecen
atractivas a todos.
Malena Lede -
Psicóloga
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