El Amor y la frustración




El que desea amar y ser amado tiene que tener la fortaleza de tolerar la frustración, porque todos estamos convencidos que el amor es esquivo, mira para otro lado, nos ignora, nos desilusiona, se empeña en no prestarnos atención y en hacernos infelices.

Pero un día, como por arte de magia, irrumpe en la vida ese alguien tan esperado y que a su vez estaba esperándonos;  que seguramente también puede haber vivido muchas experiencias de fracaso.

No siempre el amor comienza con un flechazo, diría que más bien casi nunca.  La mayoría de las veces aceptamos salir con alguien casi por compromiso porque a simple vista no nos produce ninguna emoción,  sin embargo, después de un tiempo, con su modo de ser y sus actitudes,  inesperadamente,  logra despertar nuestro interés.

El amor se empeña en aparecer cuando no lo buscamos, porque es imprevisible.

El que busca el amor sufre porque no lo encuentra, tal vez porque está persiguiendo un ideal que no existe y cuando la realidad se le impone y no cumple con sus expectativas, prefiere alejarse.

Estamos tan acostumbrados a manejar la realidad a nuestro antojo, creando utopías, que no podemos ver lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.

No son pocos los que formaron una pareja feliz, después de muchos años de haberse ignorado, hasta que un día ambos se descubren  y se atreven a preguntarse ¿y por qué no?

Todas las malogradas experiencias habidas en la vida deberían servir como  base para seleccionar una nueva pareja, para evitar repetir historias que resultaron muy frustrantes, sin embargo, por muchas razones, tendemos a sentirnos atraídos por el mismo perfil de personalidad y casi sin darnos cuenta podemos cometer el mismo error de ligarnos con el mismo tipo de persona muchas veces.

El que no aprende de las experiencias corre el riesgo de tropezar siempre con la misma piedra, no obstante abundan las personas dispuestas a dejarse llevar por sus impulsos sabiendo por anticipado las consecuencias.

Algunas mujeres hasta arriesgan la vida involucrándose con el asesino de su propia hermana, como ocurrió en nuestro país, en el escalofriante caso de dos gemelas enamoradas del mismo hombre, una de las cuales fue asesinada por él, por cuyo crimen él está purgando una condena de trece años de prisión, mientras la otra, a pesar de todo,  aceptó casarse con él   en la cárcel, aún con la oposición de su propia familia.

Este desenlace nos lleva a sospechar la complicidad de la mujer en el crimen, aunque no existan evidencias.

Un ser humano puede ser capaz de dejarse llevar por sus pasiones y odiar hasta la muerte con la errónea idea de así poder lograr la felicidad que anhela a cualquier costo.

Pero como sin duda el asesino es un hombre violento,  es altamente probable que se vincule con su nueva pareja de la misma forma y termine matándola también a ella como a la otra.

En este caso, se confunde la obsesión con el amor y triunfa la envidia sobre la compasión.

Creo como Platón,  que la maldad no existe.  La maldad es falta de bondad, pero todos tenemos una conciencia que sabe desde siempre lo que está bien y lo que está mal.  La conciencia no se puede evitar escuchar y tarde o temprano, es la encargada de hacer justicia.

MALENA