El
verano es la estación del año ideal para estar en pareja, pero las vacaciones pueden
convertirse en una trampa para enamorarse del primero que se presenta y para
dejarse llevar por la pasión sin pensar en las consecuencias.
Pero
así como pasan el verano y las vacaciones, esos amores creados en ese escenario
ideal, sin horarios ni compromisos; cuando vuelven a la realidad de todos los
días, comienzan a perder su magia, a volverse rutinarios y monótonos, a perder
alegría, espontaneidad y atractivo.
Son
amores válidos para esa escenografía que parecen disiparse con la fresca briza
del otoño, que suele llevarse todas esas
emociones efímeras como si fueran hojas caídas de los árboles.
Los
amores del verano suelen ser intensos e inolvidables, sin embargo, es difícil
que soporten la vida cotidiana, los cambios de humor, los avatares de la
existencia, porque han nacido en un mundo de fantasía donde sólo existe la
diversión, el esparcimiento, el sonido ensordecedor de la música y la
posibilidad de darse el lujo de perder el tiempo.
Muchos
se han enamorado durante las vacaciones pero sólo unos pocos amores pueden
sostenerse a través del tiempo, porque ese hechizo parece tener validez sólo
donde ha nacido y tiende a desaparecer cuando se vuelve a la rutina.
No
obstante, los amores del verano que se terminan cuando llegan los primeros
fríos, enseñan a ser más cautos, a no
dejarse llevar demasiado por el corazón y a pensar más con la cabeza.
Algunos
han dejado atrás corazones heridos y están buscando aventuras para disfrutar del
momento, otros hasta pueden tener esposa e hijos esperándolos.
En
el verano es más difícil ponerse serio, porque la seriedad es propia del
invierno, de las obligaciones, del trabajo, de los exámenes, cosas que dejan
poco lugar para el despreocupado esparcimiento; por eso algunos pierden la
compostura y se entregan de lleno a la diversión, ávidos de algo nuevo.
Hay
que tener cuidado y no caer en la trampa de las palabras vanas con las que se pretende jugar con los sentimientos.
Es
tan difícil combinar lo que dice el corazón y lo que piensa la cabeza, sin
embargo, es la única forma de darse cuenta de quién puede llegar a ser el amor
verdadero y quién no podrá resistir el análisis y sólo será un pasatiempo.
Malena
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