Cada
etapa de la vida, cada circunstancia adversa, cada pérdida, cada frustración
nos obliga a replantearnos la vida y a preguntarnos quiénes somos, qué queremos de la vida, qué es lo que
hacemos y cómo es nuestro mundo.
Estamos
acostumbrados a las rutinas y a vivir en piloto automático y apenas nos damos
cuenta del aquí y ahora.
¿Podemos
disfrutar cada cosa que hacemos o sólo estamos anhelando terminarlo? ¿Podemos
concentrarnos en el momento presente y no pensar en otra cosa? ¿Somos capaces de valorar cada momento como si fuera el último? ¿Disfrutamos más de los resultados que de los procesos?
Cada
momento es único y cada experiencia difícil de superar es una oportunidad para
renacer a un nuevo estilo de vida; porque las frustraciones son
formas de morir a una antigua manera de percibir el mundo que brindan la posibilidad de verlo desde otra
perspectiva.
El
mundo es mucho más grande de lo que creemos y existen infinidad de cosas que no
vemos, sin embargo, la tendencia de los seres humanos es aferrarse a lo
conocido.
Sólo
somos capaces de cambiar cuando tenemos que atravesar serios obstáculos, porque
nos gusta la comodidad y la tranquilidad y nos resulta difícil cuestionarnos
nuestras actitudes, aún cuando no nos proporcionen ninguna satisfacción y nos
hagan infelices.
Recién
cuando todo parece derrumbarse a nuestro alrededor aparecen las oportunidades, que siempre estuvieron allí pero que hasta
ese momento no habíamos podido verlas; porque es necesario tocar fondo para
atreverse a cambiar y a empezar de nuevo.
El
camino de la sabiduría es escabroso y está lleno de baches pero cada dificultad
obliga a replantearse los objetivos y a descubrir la ruta de la madurez y el
crecimiento.
Una
vida demasiado estructurada no permite elegir porque quita la libertad, puede
ser cómoda, brindar tranquilidad y la ilusión de tener todo bajo control, pero
no deja espacio para crecer.
La
depresión es el agujero negro en que se hunden quienes no pueden hacerle frente
a los cambios y renuncian a adaptarse a lo nuevo.
Vivimos
en un mundo competitivo que nos hace olvidarnos de nosotros mismos, de nuestras
propias habilidades y aptitudes y de nuestro verdadero potencial.
Frente
a una crisis, lo mejor es aceptar el reto estando dispuesto a responder a un
nuevo desafío, porque la vida es riesgo y enfrentarlo es lo único que nos
libera del aburrimiento y porque la adversidad puede destruirnos pero también
puede fortalecernos.
Malena
Fuente:
“El mejor lugar del mundo es aquí mismo”; Francesc Miralles y Care Santos,
Urano.
Publicar un comentario
Muchas gracias por participar de este espacio!