Según la Organización Mundial de la Salud, en
el mundo se suicida una persona cada cuarenta segundos, causa de muerte que ocupa el tercer lugar en las estadísticas, después de las cardiopatías y las enfermedades no transmisibles como el cáncer, la diabetes y las neumopatías.
Pero cuando
se trata de la muerte de alguien involucrado en una grave denuncia contra el
gobierno, aunque el escenario del suceso parezca un suicidio, a la opinión
pública le cuesta creer en esa hipótesis y comienzan a tejerse innumerables
teorías sobre una conspiración.
¿Por
qué un hombre, acostumbrado al estrés de su trabajo como fiscal de la Nación,
decide después de unas vacaciones, volver abrúptamente antes de lo previsto, y
quitarse la vida, supuestamente, debido a graves presiones que le impidieron llegar al fondo de una investigación que estaba realizando y a no encontrar otra salida?
Lo
que más encaja en esas circunstancias, no es la teoría del suicidio, sino la de
una conspiración, que después del hecho plantó un impecable escenario de
suicidio.
Si
este fue el caso, es difícil imaginar que las personas que eventualmente
actuaron con tanta minuciosidad para cometer este crimen, no vayan a ser
capaces también de eludir a la justicia con la misma eficacia, por lo tanto, estimo
que si se trata de un crimen, son muy pocas las posibilidades de llegar a un
total esclarecimiento de este hecho.
El
suicidio es un acto impulsivo, sin participación de la razón. Se produce en un momento en que la persona no puede
reflexionar y siente la necesidad compulsiva de terminar con su vida de alguna
manera y así lo hace. No suele ser un acto premeditado ni planificado
Por
lo general, los suicidas son personalidades depresivas, que
pierden el sentido de la vida y no encuentran otra salida a su desesperanza.
Cuesta
creer en este caso, que un funcionario exitoso en su carrera, con dos hijas, que estaba llevando a cabo una investigación que podía
llegar a tener mucha importancia para quienes hace más de veinte años están esperando que se haga justicia, de pronto decidiera abandonar todo para suicidarse.
Cualquiera que haya sido la causa de la muerte y al margen de quien ha sido el responsable, es imperioso para el bien de este país, descubrir el motivo que produjo este fatal desenlace.
La
muerte de un fiscal de la Nación en estas circunstancias poco claras, es una grave tragedia que pone en peligro la
continuidad de las instituciones. Cabe esperar que no haya sido en vano.
Malena
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