Cada ser humano es único y también es única su forma
de pensar. Sin embargo, desde el punto
de vista político, en algún momento de su vida puede pertenecer a un partido
determinado y compartir gran parte de sus ideas, pero no todas, por lo tanto,
esa adhesión no tiene que ser incondicional sino reflexiva para permitir a cada uno poder discernir y pensar libremente.
Todos estamos influenciados por el ambiente y
también por las experiencias vividas, de modo que nadie puede evitar que nuestra
visión del mundo sea un reflejo de ellas.
Si evaluamos la marcha de los sucesos en función a
nuestra propia situación, también estamos evaluando al mismo tiempo la de un
gran segmento de la sociedad a la que pertenecemos, de modo que aunque no nos
importe el estado general de la gente de un nivel semejante al nuestro, cuando votamos, de algún modo, también estamos decidiendo por ellos.
Es importante reconocer nuestra forma de pensar y en
qué medida nuestros representantes coinciden con ella para poder elegir a quienes serán los que regirán nuestros destinos en los próximos
años, sin fanatismo y en forma racional.
La vida es cambio y lo peor que podemos hacer es
aferrarnos a las cosas o a las personas y apoyar a un determinado sector
político sin reflexionar, sólo por el hecho de pertenecer a él y creer que si
no lo hacemos cometemos una traición; simplemente porque no existe nadie perfecto pero sí perfectible y las elecciones es la única oportunidad que tenemos para que las cosas cambien.
El voto ciudadanos es la herramienta más justa que
tiene un pueblo para poder participar,
no hay que desperdiciarla ni negociarla sino usarla con racionalidad.
Los tiempos cambian y la ciencia y la tecnología
avanzan haciendo que el mundo sea diferente.
No podemos utilizar las mismas ideas viejas para problemas nuevos, sino
mentes capaces de utilizar la imaginación y la creatividad para enfrentar los
desafíos del futuro.
Cada uno tiene que darse cuenta cuando alguien pretende manipularlo de alguna manera para torcer su intención de voto.
El voto personal no se negocia por nada; porque una dádiva no puede cambiar una situación pero sí la puede perpetuar para que los oportunistas puedan seguir aprovechándola.
El voto personal no se negocia por nada; porque una dádiva no puede cambiar una situación pero sí la puede perpetuar para que los oportunistas puedan seguir aprovechándola.
Ningún candidato es tan bueno ni tan malo, porque
lamentablemente lo que prolifera tanto aquí como en el resto del mundo, es la mediocridad y los intereses personales, por eso, la única esperanza que tenemos es el cambio.
Malena
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