Se
puede afirmar que estamos viviendo una época de plena libertad sexual, libertad
que a pesar de todo no ha logrado terminar con los problemas sexuales de la
mayoría de las parejas.
Todavía,
la ignorancia sobre el encuentro amoroso resulta sorprendente ya que el
problema principal que tienen casi todas las parejas, es el sexo.
Aunque
las modas cambien y los valores se vayan perdiendo, la mayoría conserva aún en su inconsciente el
anhelo de hallar el amor verdadero y llegar a establecer una relación estable.
Una
pareja estable puede aprender con el tiempo a tener buen sexo y si crecen y
maduran juntos, raramente se separan.
Las
relaciones sexuales ocasionales suelen ser satisfactorias para el hombre pero raramente
para la mujer, a menos que ella lo haga por dinero o tenga la suerte de tener
un encuentro amoroso fortuito con un hombre que sepa muy bien hacer el amor y
desee brindarle el mismo placer que sentirá él.
Tener
sexo no es lo mismo que hacer el amor, tener sexo es un acto mecánico
desprovisto de sentimientos; para el
hombre, con el sólo propósito de lograr una descarga de tensión, para la mujer
para manipularlo o sacarle dinero.
En
cambio, hacer el amor es una forma de expresar los sentimientos; es desear
hacer feliz al otro y estar dispuesto a hacer lo posible para alcanzar los dos
juntos el éxtasis.
La
gran mayoría de los hombres jóvenes y no tan jóvenes son inexpertos y no
solamente tienen sexo mecánico sino que también sufren de eyaculación precoz. Como consecuencia, la mujer que cae en sus manos,
no alcanza nunca el orgasmo con la
penetración.
En
ese caso, la mujer puede experimentar placer mediante la estimulación del
clítoris; pero no es el mismo placer de la penetración, de modo que aunque ella
haya disfrutado del climax, le queda un
resabio de insatisfacción; que representa no haber podido alcanzar el máximo
nivel de intimidad con el hombre.
Cuando
una mujer no desea tener sexo con su pareja es porque no lo puede disfrutar;
sabe que tendrá una frustración y que se sentirá peor que no haberlo intentado,
pero como tiene inhibiciones no dice nada.
El
hombre es el único responsable de la falta de deseo sexual de la mujer, porque
no existen las mujeres frígidas.
Para
lograr un orgasmo simultáneo, tiene que existir plena confianza en la pareja
como para decirse mutuamente qué necesita cada uno para excitarse adecuadamente;
derribar todas las inhibiciones y atreverse a todo.
El
hombre se tiene que ocupar de su pareja y darle lo que necesita, porque él, a
diferencia de la mujer, logra la excitación fácilmente, con estímulos visuales,
con la proximidad, el calor o el tacto; mientas
la mujer necesita caricias, besos, palabras de amor y mucho romanticismo.
El
cambio es la clave para tener una pareja estable y para poder disfrutar del
sexo. Pero no se trata sólo del cambio
de posiciones, sino del cambio en el crecimiento personal que logre cada uno;
porque amar es admirar al otro, alguien que siempre es capaz de sorprendernos.
Malena
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