Los ataques de pánico de pánico son muy frecuentes;
casi todos hemos oído hablar de alguien que los padece porque son muchos los que los
experimentan.
Se trata de una crisis de ansiedad que se manifiesta
como una tremenda sensación de angustia acompañada de una serie de síntomas y
de pensamientos apocalípticos, que dificultan el normal desempeño de las
obligaciones diarias y disminuyen la calidad de vida.
Pueden provocar taquicardias y alterar el ritmo cardiaco, lo que hace que la persona se asuste y crea que se trata de un infarto,
lo que lo obliga a concurrir a un cardiólogo.
Es un trastorno que deja a la persona confundida y
atemorizada y llena de dudas sobre su condición.
Los síntomas suelen ser palpitaciones, aumento de la
frecuencia cardiaca, sudoración, falta de aliento, ahogos, opresión en el
pecho, náuseas, mareos, sentimientos de irrealidad, sensación de desequilibrio
psíquico y de despersonalización, temor a perder el control y a morir.
A veces, este fenómeno se produce una sola vez, pero
pueden reiterarse varias veces y sus síntomas hacerse más graves.
Por lo general se trata de personas que han sufrido
un trauma en algún momento temprano o reciente de sus vidas que por alguna
razón se actualiza.
La mayoría de las personas no son conscientes de las
experiencias que pueden haberles resultado traumáticas, por eso es necesario
concurrir a un profesional especializado, que puede ser un psicólogo o un
psiquiatra, para que lo ayude a
recordar.
Las personas más propensas a sufrir ataques de
pánico, por lo general son ansiosas o están atravesando por una fuerte depresión lo que hace que cualquier sensación inusual interna o determinados estímulos externos sean interpretados con exagerada alarma.
Existen algunas técnicas que pueden ayudar a
controlar estos estados y a evitar los síntomas físicos, como por ejemplo intentar
relajarse y respirar lentamente para que no se produzca hiperventilación que es generalmente lo que
produce mayor angustia.
El ataque de pánico es un episodio de miedo irreal y
exagerado que suele pasar sin dejar consecuencias, pero es un trastorno
psiquiátrico que exige un tratamiento adecuado para evitar vivir con miedo a sufrir una crisis.
Una psicoterapia breve de objetivos limitados puede
ser la solución más acertada para tratar esta afección, porque le permitirá al
paciente llegar a conocer cuál es el conflicto emocional subyacente que le
provoca este trastorno; y lo sorprendente
es que con unas pocas sesiones ya se pueden obtener resultados.
Las experiencias negativas que no han podido
resolverse emocionalmente en el momento que ocurrieron son las que vuelven a la
mente cada vez que se experimenta el riesgo de que sucesos similares se
repitan.
Aunque no se trate de situaciones exactamente
iguales, lo que se asemeja es el estado emocional que produjeron en ese
momento, que es lo que desencadena el temor de volver a sentir lo mismo.
La mayoría de las personas, frente a circunstancias
desfavorables graves, tienden a negar su estado de ánimo y a no expresar su
sufrimiento de alguna manera, comprometiendo su estabilidad psíquica en el
futuro.
La aceptación y el perdón es lo que nos permitirá
transitar el resto del camino más libres,sin rencor ni resentimiento.
Malena Lede - Psicóloga
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