El ciclo de cine independiente de películas cortas, de
media hora de duración, que proyecta Eurochannel los domingos, exhibió ayer la
película titulada “La llamada”, que
intenta reflejar una realidad social que se vive hoy en día en las grandes
ciudades, la soledad de los ancianos.
La policía recibe dos llamados de dos señoras
mayores, una para denunciar el posible ingreso de un intruso a su casa y otra
para avisar que cree haber visto un merodeador circulando por los pasillos de
su edificio.
Una patrulla con dos oficiales se hace presente en
la casa de una de ellas y se encuentran con una mujer de muchos años, muy bien
vestida y maquillada que mientras la policía revisa la casa, intenta inútilmente
seducirlos.
Sorprendidos por la inesperada conducta de la mujer,
y sin haber registrado ninguna señal de
intrusos, los policías logran eludir su acoso y abandonan el domicilio.
Concurren a atender el segundo caso de esa noche y
se encuentran con una anciana que los
estaba esperando con la mesa servida para tomar el té, con masas y sándwiches,
que parecía no tener interés en que la policía cumpliera con su trabajo.
Los dos oficiales le confirman que no hay
merodeadores en el edificio y ante su tenaz insistencia, uno de ellos se queda
unos minutos para acompañarla a tomar el té.
La mujer le agradece la compañía que tanto le hace
falta, y antes de despedirse le hace un paquete con un trozo de torta para que
le lleve a su acompañante.
Los dos policías reinician su ronda y al llegar a un
bar, uno de ellos se baja con una excusa y llama a su madre, que como esas dos
mujeres que conoció, vive sola.
Después de hablar con ella, se queda más tranquilo y
vuelve al auto para continuar con su trabajo.
Los ancianos pueden sentirse solos y desamparados cuando no tienen hijos, cuando sus hijos viven lejos o cuando están cerca pero no se acuerdan de ellos; por eso a menudo suelen llamar a la policía o al médico aunque no los necesiten, sólo para sentirse acompañados.
Es cierto que es humano que se les brinde atención a los mayores, pero también es cierto que los adelantos tecnológicos y los cambios cada vez son más rápidos, y les exigen a las nuevas generaciones más atención y tiempo, lo que profundiza la brecha generacional y hace más difícil los vínculos. Pero también puede ser que la maldad que hay en el mundo los haya vuelto insensibles.
Además, es innegable que la gente ahora vive más años, que puede tener hijos que ya son abuelos y con tantos achaques como ellos.
Entonces, ¿qué hacer con los ancianos demandantes si no tienen tiempo de hacerles una visita?; por lo menos podrían llamarlos por teléfono.
Es cierto que es humano que se les brinde atención a los mayores, pero también es cierto que los adelantos tecnológicos y los cambios cada vez son más rápidos, y les exigen a las nuevas generaciones más atención y tiempo, lo que profundiza la brecha generacional y hace más difícil los vínculos. Pero también puede ser que la maldad que hay en el mundo los haya vuelto insensibles.
Además, es innegable que la gente ahora vive más años, que puede tener hijos que ya son abuelos y con tantos achaques como ellos.
Entonces, ¿qué hacer con los ancianos demandantes si no tienen tiempo de hacerles una visita?; por lo menos podrían llamarlos por teléfono.
Malena Lede - Psicóloga
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