En “Psicopatología de la vida cotidiana” Sigmund
Freud afirma que los accidentes, así como los olvidos, las equivocaciones, la
pérdida de objetos, etc., son el resultado de un propósito inconsciente. Cada error es un acto premeditado, cada
encuentro una cita, cada accidente deliberado.
Es bastante común que haya personas que son
propensas a sufrir accidentes, son personas que no pueden resolver sus
problemas conscientemente y enfrentan sus conflictos por medio de accidentes.
En efecto, está comprobado que un individuo que ha
tenido un accidente de trabajo tiene mayores probabilidades de sufrir otro,
comparado con otros sujetos que nunca se accidentaron.
Ocurre lo mismo con personas que tienen accidentes
de auto, sólo un pequeño porcentaje de automovilistas es el que sufre la mayor
proporción de accidentes.
En una empresa norteamericana, los conductores de
camiones que habían sufrido más accidentes fueron destinados a otras tareas y
de esta manera se pudo reducir drásticamente la cantidad de siniestros.
Estos conductores continuaron demostrando su
propensión a sufrir accidentes en sus nuevos puestos de trabajo.
Como los accidentes provienen de afuera, es común adjudicárselos a la fatalidad, al
azar o a la suerte, ya que se común que la mayoría tienda a proyectar toda la
culpa hacia el exterior y a no asumir la plena responsabilidades de lo que le
pasa.
Existe una ley de resonancia por la cual siempre nos
conectamos con las personas y con las cosas que se relacionan de alguna manera con
nosotros.
Nadie desea tener un accidente ni tampoco una
enfermedad, sin embargo, todo lo que nos pasa en esta vida es nuestra
responsabilidad sin excepción, falta la visión que no permite ver la unidad de
todas las cosas.
Lo que interesa saber es el significado que tiene un
accidente, o sea cuál es el mensaje que hay que descifrar, porque esta es la
forma forzosa de resolver un problema que no se ha querido enfrentar
conscientemente.
Un accidente de tránsito dice muchas cosas. El individuo iba demasiado rápido, no pudo
frenar, atropelló a una persona o al vehículo que iba delante de él, no lo vio,
o se quedó empantanado en el barro y perdió el control, se equivocó de camino,
chocó.
El accidente está indicando qué es lo que le puede
estar pasando a un sujeto en su propia vida; puede estar yendo demasiado rápido,
no poder frenar y desatender cosas importantes, atropellar a otros para ser el
primero, tener choques y disputas, no ver claro, confundir su dirección,
sentirse empantanado y no poder avanzar.
A las personas en general les ocurre lo que ellas
quieren y un accidente puede cambiar la
vida de alguien que no se anima a cambiarla de otro modo.
Claro que la vía inconsciente para la solución de un
problema puede generar un problema mayor.
Las quemaduras tienen mucho simbolismo psíquico:
jugar con fuego, poner las manos en el fuego, quemarse por decir lo que no
debía, arder de ira o de pasión, todas
señales de peligro y también de conflictos afectivos.
Las fracturas ponen en evidencia la excesiva rigidez
e inflexibilidad, las personas de edad avanzada son las que se quiebran y las
que se aferran más a sus ideas. Un niño
pequeño parece de goma, aún no reconoce normas de comportamiento ni límites.
Un accidente intenta solucionar un problema con otro
problema.
Malena Lede – Psicóloga
Fuente: “La enfermedad como camino”; Thorwald
Dethlefsen y Rüdiger Dahlke.
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