El embarazo es una
condición en la vida de una mujer que puede ser vivida como un castigo si no es
deseada, y provocar trastornos en el desarrollo de los hijos; porque aun
estando dentro del útero materno, los bebés intuyen el desinterés, la ausencia
de afecto y el rechazo de sus padres.
La mujer embarazada
que no acepta su estado puede proyectar en su pareja el rechazo que siente por
su embarazo, su pesar por el compromiso de por vida y su temor por la amenaza
de la pérdida de su libertad.
Por eso es
importante tomar conciencia de todo esto antes de tener una relación sin
protección, porque a menos que ese embarazo sea fruto de una violación, siempre se está a tiempo para pensar en las consecuencias de ese acto.
Actualmente existen
numerosos métodos anticonceptivos como para poder utilizar el adecuado, de modo que todos
tienen la libertad de elegir cuándo desean tener un hijo.
Si el embarazo es
vivido por la mujer como una limitación y como la pérdida de su libertad
seguramente culpará al hombre y querrá de alguna manera liberarse de él, le
molestará su sola presencia, evitará las relaciones sexuales e intentará
trasladar hacia él toda su frustración y su bronca.
Sin embargo, como
estos sentimientos suelen ir disipándose con el tiempo, si se arriesgan a tomar una decisión drástica y se separan, lo más probable es que ambos se arrepientan.
El hecho de tener un
hijo no une ni separa a una pareja, es una realidad por sí misma que hay que respetar y asumir con responsabilidad para evitar males mayores; porque los hijos heredan
ese condicionamiento y siempre pasan la factura.
Malena Lede -
Psicóloga
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