MALDITA CUARENTENA - CAPITULO IV -

 

EL CAMBIO


  En este asombroso mundo en que vivimos lo único que no cambia es el cambio, porque sin cambios no habría crecimiento, ni movimiento, ni espacio ni tiempo.

  Todo en el Universo cambia, los cielos, la Tierra, la geografía, las ciudades, el conocimiento,  la cultura, la tecnología, nosotros y el curso de nuestras vidas

   Gracias al cambio podemos desarrollar nuestra creatividad y realizar cosas nuevas;  sin embargo, es bastante común que los individuos se resistan al cambio.

  El cambio ha contribuido a inspirar a muchos filósofos, quienes han tratado de explicar desde distintos puntos de vista el sentido y la dimensión de la existencia que está en perpetuo cambio, y durante la cual, todo ser humano está destinado a aprender y a continuar aprendiendo hasta el último día de su vida.

   La Revolución Industrial, que comenzó en 1789,  a partir de la Revolución francesa, obligó a muchos ciudadanos a abandonar sus antiguos trabajos y a construir las primeras ciudades que fueron emergiendo gracias al desarrollo de las industrias y el comercio.

  Ese gran cambio marcó un hito en la historia humana y fue el precursor de grandes adelantos y descubrimientos. 

  La aparición de la máquina de vapor y del ferrocarril, dejó atrás la tracción a sangre, mejoró el transporte y la distribución de mercaderías, redujo el tiempo de los viajes, estimuló el comercio, favoreció a la economía e incrementó el bienestar de los pueblos.

   Hubo guerras que costaron muchas vidas y destruyeron muchas ciudades, pero que también le dieron la oportunidad a las mujeres de acceder a los trabajos que tradicionalmente hacían los hombres, mientras ellos estaban  en el frente.  Así fue como pudieron adquirir independencia económica, el derecho a votar,  a capacitarse y a estudiar a la par de ellos lo que las liberó del sometimiento y la servidumbre, que era tradicional en esa época.

  En el siglo XX se produce otra revolución tecnológica, con la aparición de las primeras computadoras,  que representan la posibilidad de acceder a la dimensión virtual.

  El avance de la tecnología de la información y de la comunicación que durante esta pandemia permitió trabajar a distancia, evitó muchas muertes y que muchas empresas cerraran.

 Así como nos costó a todos acostumbrarnos al aislamiento, a la soledad, y a vivir obligados a sufrir muchas privaciones,  ahora, que lo peor ha pasado, es necesario retomar el ritmo perdido y  volver al trabajo; sin embargo es posible que los beneficios de trabajar a distancia, perduren y que puedan  beneficiarnos a todos de algún modo.

    La clave es acompañar los procesos de cambio con naturalidad y tratar de adaptarse.

    Es un ejercicio agotador permanecer siempre actualizado, en esta época en que los cambios se suceden a una velocidad vertiginosa en todo el mundo debido al incesante avance tecnológico.

  Lo cierto es que,  nos guste o no, las máquinas  nos reemplazarán en todos los ámbitos; y que serán cada vez más indispensables. 

  No será nada fácil para muchos, porque es como tener que seguir aprendiendo siempre un nuevo idioma;  pero el beneficio económico será importante,  las empresas tendrán menos personal y la ventaja de evitar muchos problemas laborales; teniendo en cuenta que las máquinas no se quejan, no llegan tarde, no se enferman, no piden aumento de sueldo, no necesitan vacaciones y pueden trabajar día y noche. 

  Las máquinas no cometen errores, están programadas para registrar hasta los mínimos detalles, y tienen una memoria prodigiosa, son nuestros avatares imprescindibles  que  complementarán  nuestro intelecto.

 Sin embargo, no nos quedaremos sin trabajo, porque el avance de la tecnología será para reemplazarnos en las tareas rutinarias y tediosas; mientras nosotros seremos los encargados de programarlas, controlarlas y dirigirlas para que puedan cumplir nuestros proyectos.  

 La tecnología actual nos permite adquirir el poder de saberlo todo al instante y de comunicarnos con todo ser viviente esté donde esté y sea quien sea, mediante un celular, ese sorprendente adminículo que se volvió indispensable  para todos, inspirado en el reloj pulsera de Dick Tracy, el inspector de policía de la historieta creada por Chester Gould en 1931.

  Antes era impensable  creer que llegaríamos a escuchar y ver al interlocutor proyectado en la pantalla portátil al mismo tiempo,   por eso nunca digamos nunca, porque nuestra mente  tiene el poder de hacer realidad todo lo que pensamos..

    Sin embargo nos seguimos rebelando cuando tenemos que cambiar nuestros antiguos hábitos, nuestra forma de trabajar, nuestros horarios; y nos deprimimos, porque esta pandemia nos sacó de nuestra rutina de años y nos dejó perplejos y desorientados, cumpliendo nuestras tareas de cualquier modo y con el permanente temor a enfermarnos.

  Los inevitables cambios hacen que en esta vida, cuando logramos estar cómodos, siempre pase algo, que puede ser cualquier cosa, un evento no esperado que nos saca de nuestra zona de confort intentando oponerse a nuestro derecho de disfrutar de nuestros esfuerzos bien ganados.  

  Sin embargo, en esta dimensión de la existencia, donde es indudable que existe un orden implicado, muy en el fondo de nuestra interioridad todos presentimos que algún día,   algo mejor nos espera;  y que de algún modo  seremos recompensados.