DESPUES DE LA PANDEMIA - CAPITULO III

 

VOLVER  A  EMPEZAR

   

   Siempre los comienzos han sido y serán difíciles y en este caso en particular también, cuando lo peor de la pandemia parece haber pasado y la gente tiene que reinventarse para poder seguir viviendo..

   Pocos son los que se recuperaron de inmediato y pudieron volver a sus tareas habituales o cambiar de trabajo con el mismo entusiasmo.

   Es que hemos estado amenazados de muerte por mucho tiempo, y es indudable que esa experiencia, de alguna manera,  nos haya afectado a todos.

   Lo más habitual es que después de un trauma sobrevenga un estado depresivo más o menos importante, o un estado de ansiedad que puede ser leve pero también significativo hasta el punto de necesitar atención médica.

   Los síntomas pueden manifestarse aún pasado bastante tiempo, cuando realmente la persona puede tomar conciencia de haber recuperado su libertad de acción, ha podido reencontrarse con sus parientes y amigos sin el temor a enfermarse, ha iniciado sus acostumbradas actividades o haya iniciado una nueva experiencia laboral.

   Sin ninguna duda, se puede asegurar que son pocos los que han salido indemnes después de esta pandemia, principalmente todos los que tuvieron que comenzar un nuevo emprendimiento por haber sufrido un quebranto económico.

   Los cambios no son fáciles en una economía competitiva donde todos están luchando por el mismo motivo, o sea poder sobrevivir, frente a la amenaza probable de perderlo todo.

   Sin embargo, poco a poco, los más favorecidos pudieron volver a empezar, cambiaron sus proyectos y modificaron sus planes,  a pesar de todo.

   Los futurólogos se atreven a pronosticar futuras pandemias, tanto o más crueles como la que hemos vivido, debido al incremento de los viajes aéreos a todas partes del mundo, donde existen epidemias endémicas.

   Con respecto a este pronóstico,  me permito ser escéptica, ya que los virus no siempre se desarrollan en todas partes con el mismo resultado, simplemente porque no están dadas las condiciones que necesitan para su desarrollo.  

   Antes de ocuparnos de lo que puede pasar en el futuro, es más oportuno intentar disminuir las consecuencias psicológicas analizando los daños que pueden causar las situaciones inesperadas de incertidumbre, miedo o pérdidas de personas queridas.

  Después de cualquier trauma, duelo o situación crítica vivida,  es indispensable  llegar a incorporar el penoso suceso aceptando la adversidad que se ha sufrido para poder adaptarse a las nuevas posibilidades que puede  brindar la vida, si es que dicho suceso compromete la salud o la actividad económica de una persona.

  Más que un desafío en este caso puede ser una oportunidad, una bisagra que tal vez nunca se hubiera presentado de no haber existido este flagelo.

  Es necesario seguir adelante dejando atrás lo que se ha perdido y liberarse de la culpa que se puede llegar a sentir por los avatares del destino, aún no dependiendo de nosotros.

  Todos los días suceden hechos irreparables que tal vez se pudieron haber evitado, siempre hay alguien que estuvo en el momento y en el lugar equivocado, que fue víctima de una tragedia; porque la realidad es que nadie está seguro en ningún lado.

   La vida es un duro aprendizaje sin anestesia y hay que hacerle frente con valentía, porque nos obliga a cambiar de las formas más inesperadas, en el momento menos pensado; y sólo el que está dispuesto a  cambiar es capaz de enfrentar el desafío de volver a empezar.