El inconsciente para Jung tiene una estructura personal y colectiva y se expresa de manera simbólica.
Los símbolos producidos por el inconsciente tienen tanto un efecto sanador como destructivo, y su interpretación depende del soñante.
Jung calculaba que durante su vida había interpretado más de ochenta mil sueños y pudo observar que todos podían en algún grado tener significado y que formaban parte de una gran red de factores psicológicos.
Además, descubrió que los sueños parecen tener cierto orden y continuidad que él denomina proceso de individuación.
En ese modelo de soñar aparecen las tendencias individuales que si les prestamos atención señala las características individuales del desarrollo psíquico.
Este proceso no es voluntario sino natural y en los sueños está representado por el árbol.
Jung llama si mismo o psique total al centro organizador, desde donde emanan las imágenes oníricas, y lo distingue del Ego diciendo que éste es sólo una parte pequeña de toda la psique.
Desde siempre el hombre por instinto sabe que su centro interior existe. Los griegos lo denominaban “daimon” , los egipcios le decían alma-ba y los romanos lo llamaban “genius”.
En comunidades tribales creían que era un espíritu protector que se encarnaba en un animal o cosa.
Los indios naskapi, que aún hoy en día habitan los bosques de la península del Labrador, confían en su voz interior, un compañero que se encuentra en su corazón y que es eterno; y que sólo abandona al sujeto en el momento de su muerte o tal vez antes, para reencarnar en otro ser.
Los nativos de esa tribu, que le dan gran importancia a sus sueños y tratan de interpretarlos y probar su veracidad, se vinculan íntimamente con ese ser interior, fuente de favores y de sueños prometedores.
Para ellos, seguir las instrucciones de sus sueños es una obligación además de la necesidad de proyectar su contenido a través del arte.
Los naskapi afirman que lo que más los acerca a su ser interior son los actos de amor y de generosidad; mientras que las mentiras y la deslealtad los aleja.
Los sueños para los naskapi son una fuente de sabiduría para manejarse con plena capacidad en el mundo natural, llegando a predecir el tiempo y a recibir guía en su cacería.
El sí mismo de Jung es la guía interior que es diferente de la personalidad consciente y que se manifiesta en los sueños.
En un principio el si mismo es sólo una posibilidad que puede emerger apenas un poco o bien que puede desarrollarse normalmente a lo largo de la vida.
El desarrollo del si mismo depende de hasta qué punto está el ego dispuesto a escuchar.
El propósito del proceso de individuación es la realización del hombre individual, que sólo se hace real cuando el individuo se conecta con su si mismo y se da cuenta quién es él.
De manera que el hombre puede participar en forma consciente en su propio desarrollo psíquico si presta atención a su interioridad, que se manifiesta como una experiencia subjetiva suprapersonal que interviene activamente en forma creativa, cuando el ego abandona toda intención voluntaria y decide entregarse a ese impulso de desarrollo.
Por eso, aunque sea difícil entenderlo con nuestra mente occidental, es necesario despojar a los proyectos de toda actitud o valoración práctica.
Porque la mayor hazaña humana es el simple hecho de cumplir con nuestro destino dando prioridad a las demandas inconscientes antes que a cualquiera de nuestras ideas utilitarias.
Fuente: “El Hombre y sus Símbolos”, Carl G. Jung, Biblioteca Universal Caralt, Barcelona, 1977.
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