Dentro de veinte años, la depresión será la enfermedad más difundida y superará a los trastornos cardíacos y el cáncer.
Este pronóstico pertenece a la Organización Mundial de la Salud, que advierte a todos los países sobre la necesidad de incrementar sus presupuestos para atender este problema que afecta el estado de ánimo, las relaciones interpersonales, la actividad laboral y el normal funcionamiento de la vida de una persona.
Aunque se trata de una enfermedad que puede llegar a ser muy grave, existen tratamientos eficaces tanto a nivel farmacológico como psicológico.
Aunque no se puedan registrar evidencias físicas de esta enfermedad que permita un diagnóstico por medio de un estudio clínico, existen numerosos síntomas asociados que hay que conocer para poder proceder a enfrentar este problema con los recursos más adecuados.
Se puede decir que alguien padece de depresión cuando presenta algunos de los siguientes síntomas:
Tristeza sin motivo aparente
Insomnio
Pérdida de interés en sus tareas habituales
Irritabilidad
Cansancio injustificado
Sentimientos de culpa
Falta de apetito
Falta de esperanza
Dificultades de atención y concentración
Ideas de suicidio
Fobias
Adicciones
De este estado no se puede salir sin ayuda, de modo que es importante realizar la consulta al médico de cabecera que será el que estimará la conveniencia de hacer la derivación al psiquiatra.
Para tratar esta afección, el tratamiento combinado es el ideal, o sea que el paciente deberá ser atendido por un profesional psiquiatra que será el que controlará la medicación, si fuera necesaria, y un psicoterapeuta, que realizará el apoyo psicológico.
Esta enfermedad puede ser endógena, denominada comúnmente bipolar, o puede ser reactiva, desarrollada a partir de un suceso traumático.
La afección bipolar puede ser controlada generalmente con la utilización de psicofármacos y psicoterapia, los síntomas son de mayor intensidad y puede ser recurrente, casi siempre ante situaciones de la vida difíciles de aceptar.
La depresión reactiva es la que se manifiesta a raíz de una pérdida severa o en etapas críticas del desarrollo, siendo sus síntomas más leves.
Victor Frankl, (1905-1997), médico neurólogo y psiquiatra vienés, desarrolló una teoría que denominó Logoterapia, mientras se encontraba prisionero en un campo de concentración nazi.
Perdió a toda su familia y él se salvó del exterminio porque era médico.
Se dio cuenta que los que morían en cautiverio, eran los que perdían la esperanza.
En esas condiciones infrahumanas, él pudo sobrevivir porque su teoría se transformó en su proyecto y en su razón para vivir.
Cuando la vida pierde significado y no se tiene nada por qué vivir, el ser humano se deprime y muere.
Su sistema terapéutico se adapta a las personas que sufren depresión y se basa en el principio de la búsqueda de significado.
Sólo se puede sobrellevar la adversidad, por más terrible que sea, cuando el hombre aún tiene esperanzas y algo por que vivir.
En un mundo donde las necesidades del hombre ya están satisfechas, es necesario elevar la percepción y salir del simple propósito de obtener más cosas materiales para ingresar a un nivel más alto y satisfacer las necesidades del alma.
La espiritualidad no se reduce a la religiosidad, sino que es todo aquello en la vida que logra trascender lo concreto, como el conocimiento de los los rodean, hacer el bien, amar y dar.
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