La Sabiduría de los Sueños



En 1865 el químico alemán Friedrich A. Kekulé logró solucionar en un sueño, un problema sobre las propiedades de las moléculas de benceno, que no podía resolver.

En esa época los químicos estaban concentrados en el modo en que se combinaban los átomos para formar moléculas y al frente de esta investigación estaba Kekulé.

Trabajaban con un compuesto denominado benceno que solo se combinaba muy difícilmente con otros átomos y moléculas.

Kekulé sabía que cada molécula de benceno estaba compuesta de seis átomos de carbono y seis de hidrógeno, pero no conseguía encontrar la forma de ajustarlos adecuadamente para formar una molécula más activa.

La solución del problema llegó de la manera menos esperada. Mientras viajaba en un tranvía tirado por caballos que circulaba por las calles de Bélgica, hacia la Universidad donde daba sus clases, se quedó dormido pensando en el problema del benceno.

En ese sueño una cadena de átomos se curvó de pronto y se enganchó con el otro extremo formando un pequeño hexágono de átomos de carbono, girando sin parar.

Se despertó sobresaltado sabiendo que había dado con la solución. Todos daban por sentado que seis átomos de carbono formarían una línea recta con átomos de hidrógeno pero no habían considerado a esos átomos formando un anillo.

A partir de entonces ha sido aceptado el anillo de seis átomos de carbono. Desde luego el anillo de seis átomos no explicaba del todo la estabilidad pero cuando se descubrió que los átomos se componen de pequeños núcleos rodeados de ligeros electrones los científicos se dieron cuenta que éstos actúan recíprocamente entre si para formar enlaces con los átomos.

En 1939 Linus Pauling descubrió que en el caso de las moléculas de benceno la interacción de los electrones produce una situación muy estable.

En 1981 fue inventado en IBM un aparato denominado microscopio de efecto túnel, que puede calcular el aspecto de la superficie reflectante, la cual se puede ver con tanto detalle que incluso pueden distinguirse los átomos.

En 1988 se obtuvieron imágenes de moléculas de benceno combinadas con monóxido de carbono, mostrando anillos de carbono en forma de hexágonos.

En ese momento los científicos pudieron comprobar definitivamente que el sueño de Kekulé era correcto.

Ver también: Símbolos de trascendencia según Jung