Los problemas emocionales afectan la salud y tanto los trastornos psicológicos como ciertas características de la personalidad pueden afectar el sistema coronario y producir infartos.
Muchos profesionales de la salud minimizan los efectos de los problemas psicológicos que sufren los pacientes coronarios y lamentablemente este abordaje terapéutico no es todo lo conocido en el ámbito médico como merece.
Los factores de riesgo para que se desarrolle una enfermedad coronaria incluyen también al estrés, las características de la personalidad y los problemas emocionales, como la frustración, la ira, las pérdidas y las experiencias de sufrimiento de cualquier índole.
Se produce con más frecuencia un mayor estado inflamatorio y el riesgo de trombosis en pacientes con depresión grave que en los pacientes cardíacos que no sufren de depresión.
El tratamiento de la depresión no sólo disminuye los riesgos de estos pacientes sino que también incrementa su deseo cumplir con el tratamiento, de mejorarse y de vivir.
A nivel médico se considera que el paciente coronario que recibe atención psicológica y además medicación antidepresiva disminuye un tercio su riesgo de tener algún episodio cardíaco.
Los enfermos de mayor riesgo son los que sufren de depresión ansiosa, que se manifiesta con impaciencia, irritabilidad, enfado permanente y altos niveles de estrés y que no necesariamente expresan tristeza.
La depresión lleva a un individuo a adoptar conductas poco saludables, a abandonar los tratamientos, a llevar una vida sedentaria, a mostrar poco interés en realizar ejercicios en forma programada y a caer en adicciones, a la comida, los dulces, el tabaco o el alcohol.
El miedo al futuro, a la enfermedad, al dolor o a la muerte son planteados en la terapia para desmitificar suposiciones de los pacientes que pueden resultar falsas y cargarlos de infundada incertidumbre sobre su futuro.
Un paciente cardíaco principalmente tiene que realizar cambios en su estilo de vida, que de alguna manera ha influido para contraer la enfermedad.
Esos cambios no son fáciles porque significan para una persona en cierta forma, la pérdida de su identidad que fue la que para bien o para mal la que lo acompañó toda su vida.
No solo los psicólogos están preparados para asistir los problemas psicológicos de los pacientes ya que también los cardiólogos pueden prever y hasta prevenir un infarto si además de aplicar el tratamiento médico que les corresponde, se interesan y escuchan sus problemas existenciales y puntualmente les señalan los riesgos que corren si observan una conducta riesgosa.
El tratamiento de la depresión no sólo disminuye los riesgos de estos pacientes sino que también incrementa su deseo cumplir con el tratamiento, de mejorarse y de vivir.
A nivel médico se considera que el paciente coronario que recibe atención psicológica y además medicación antidepresiva disminuye un tercio su riesgo de tener algún episodio cardíaco.
Los enfermos de mayor riesgo son los que sufren de depresión ansiosa, que se manifiesta con impaciencia, irritabilidad, enfado permanente y altos niveles de estrés y que no necesariamente expresan tristeza.
La depresión lleva a un individuo a adoptar conductas poco saludables, a abandonar los tratamientos, a llevar una vida sedentaria, a mostrar poco interés en realizar ejercicios en forma programada y a caer en adicciones, a la comida, los dulces, el tabaco o el alcohol.
El miedo al futuro, a la enfermedad, al dolor o a la muerte son planteados en la terapia para desmitificar suposiciones de los pacientes que pueden resultar falsas y cargarlos de infundada incertidumbre sobre su futuro.
Un paciente cardíaco principalmente tiene que realizar cambios en su estilo de vida, que de alguna manera ha influido para contraer la enfermedad.
Esos cambios no son fáciles porque significan para una persona en cierta forma, la pérdida de su identidad que fue la que para bien o para mal la que lo acompañó toda su vida.
No solo los psicólogos están preparados para asistir los problemas psicológicos de los pacientes ya que también los cardiólogos pueden prever y hasta prevenir un infarto si además de aplicar el tratamiento médico que les corresponde, se interesan y escuchan sus problemas existenciales y puntualmente les señalan los riesgos que corren si observan una conducta riesgosa.
Ver también: Algunos cánceres podrían curarse solos
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