Las Casualidades no existen

     Cuando recuerdo algunas experiencias significativas de mi pasado, no puedo de ningun modo, atribuirlas a la casualidad, porque parecen haber tenido el propósito de cumplir con mis más  genuinos deseos y aligerarme las circunstancias  adversas por las que estaba atravesando.

    Mi madre fue una mujer con muchas facetas; podia ser amorosa,  abnegada, solícita, siempre pendiente de sus tres hijas, acompañandonos en las enfermedades de la infancia, cosiéndonos la ropa y ocupándose del hogar, en una época en la cual  todavia no era comun contar con la ayuda de tantos artefactos eléctricos.

    Por otro lado, creo  que como cualquier otro ser humano, cuando se le acababa la paciencia,  tambien podia ser cruel con nosotras.

     Era celosa con sus afectos y podia provocar verdaderas escenas cuando mi padre, que viajaba mucho, volvia a casa.  Sin embargo,  nunca llegaron a agredirse fisicamente. 

    Yo no fui demasiado feliz en mi infancia,   era la única que se enfermaba hasta el punto de tener que llamar al médico y la que llevaba el peso de ser la hija del medio, que por lo general suelen sentirse poco valoradas, pero en mi caso tambien muy exigida, porque creo que mi madre se habia convencido que de sus tres hijas,  a pesar de ser la mas rebelde, era la única en quien confiaba.

   La forma de evadirme de la realidad era la lectura; me pasaba gran parte de mi tiempo leyendo libros y  revistas, historias que me trasladaban a otras ciudades, a otros relidades y a otras mundos.

   Perdimos a nuestro padre siendo muy jóvenes y cuando mi madre apenas tenía 43 años. 

   Después de habernos casado nosotras,  ella tambien se casó. con un hombre viudo que había sido amigo de mi padre y padrino de Bautismo de mi hermana la menor.

   Él era como de la familia para nosotras pero mucho mayor que ella, asique despues de unos años durante los cuales creo que fueron felices,  ella volvió a enviudar.

   Cuando mi madre envejeció, yo fui la única responsable de su cuidado. Solia pasar  todos los fines de semana con nosotros en una quinta que en esos tiempos tuvimos en Guernica,  y era tal el entusiasmo,  que ya los lunes empezaba a preparar su bolso.

   No obstante,  me preocupaba que viviera sola y que además con el tiempo llegara a exigirme mayor dedicación.

   La veia decaer, perder la memoria y esas señales me deprimían,  me sentia sola y sin  apoyo alguno,  sin embargo seguí adelante.

   No sabia qué hacer, porque no era fácil  encontrar a la persona adecuada para acompañar a alguien como ella,  poco dispuesta a aceptar su discapacidad y que una extraña se ocupara de ella.

    Hasta que un dia, inexplicablemente, se me ocurrió hacer un  curso de jardineria en el Jardin Botanico.

     Allí encontré la solución radical de mi problema porque tuve la oportunidad de conocer a Adriana, la persona ideal para cuidarla, en un momento en que ella  justamente necesitaba trabajar y no encontraba  trabajo.

     Adriana  fue el Angel que me mandó Dios para ayudarme cuando mi madre  comenzó a exigir más cuidados Aunque no era fácil de satisfacer cuando  conoció a Adriana,  fue amor a primera vista y realmente ambas se llevaron siempre muy bien juntas.

   Yo confié  inmediatamente en ella, pudo cuidarla casi hasta el final y nunca me defraudó.

    Todavia  sigo teniendo contacto con Adriana y afortunadamente ya no necesita trabajar.. Sus hijas se casaron y viven actualmente en Europa.  Consiguió consolidar su situación economica y puede visitar periodicamente a verlas.

    Hay que creer en el orden universal, en esa fuerza que nos impulsa y que nos guía; y entregarnos sin miedo a las vicisitudes de esta vida, porque, si tenemos fe y confianza en nosotros mismos, todo se  ordena armoniosamente  de la mejor manera en esta realidad que vivimos.

Malena Lede